Explosión nuclear toledista

Las razones que acabaron con el blindaje político a Alejandro Toledo

El pleno del Congreso aprobó el informe final de la Comisión de Fiscalización sobre el caso Ecoteva, que recomienda al Ministerio Público denunciar al presidente Alejandro Toledo por lavado de activos y asociación ilícita para delinquir, por 87 votos a favor, ninguno en contra y cero abstenciones. La acusación también comprende a la ex primera Dama, Eliane Karp y a otras 5 personas. Como se sabe, la acusación por el caso Ecoteva se basa en la existencia de cuentas que suman alrededor de US$ 10 millones y que, de una u otra manera, están vinculadas al ex jefe de Estado.

El pleno sometió la votación del mencionado informe en el preciso momento en que los ciudadanos contemplaban absortos y se formulaban miles de preguntas acerca de las relaciones entre el congresista de Perú Posible, José Luis León, con un capo mexicano al que recientemente se había capturado e incautado más de siete toneladas de cocaína. La revista Caretas acababa de publicar fotos de una filmación que grafican los encuentros entre ambos personajes. En los últimos tiempos, León había ejercido la vocería de Perú Posible y se había convertido en leal escudero del ex presidente Toledo. ¿Cuáles son las consecuencias de esta votación del Congreso?

En primer lugar representa un golpe devastador contra la llamada clase política, conformada por actores y grupos políticos con enorme reprobación ciudadana. En el Perú, los denominados partidos apenas llegan a los 5 puntos de aprobación. El hecho de que el ex presidente Alberto Fujimori haya sido encarcelado y el proceso que se desarrollará contra Toledo, ahora sin protección política, nos indica el nivel de deterioro del espacio público.

Es más, la danza de millones de dólares que aparecen cerca del líder de la chakana disparará polarizaciones que considerábamos superadas habida cuenta de que a Fujimori hasta hoy no se le encuentra cuenta alguna. La comparación será evidente, pues Toledo desarrolló un régimen vengador de los yerros del fujimorato.

De otro lado, la nueva situación de Toledo volará en pedazos la coalición centro izquierdista que venía desarrollándose en el Congreso y en las elecciones municipales. En el Legislativo Toledo ofrecía votos a cambio de protección, pero la diáspora de la bancada nacionalista y las fotos de León han terminado de romper en pedazos ese contrato legislativo. Y, en el caso de las elecciones municipales, la coalición que se aglutinaba detrás de Susana Villarán tiene a los peruposibilistas entre sus animadores principales. Toledo no solo impuso la presencia de Pilar Freitas en la lista de Villarán sino que, incluso, convocó al publicista y marketero de la campaña.

Quizá otra aproximación al análisis tiene que ver con la transición democrática luego de la caída del fujimorato. Antes que una transición de políticos (como en España y en Chile), el proceso de restauración de la democracia se convirtió en un gran tribunal, donde se decapitó a los adversarios a como diera lugar. La izquierda impuso el criterio excluyente y Toledo se convirtió en la representación política de ese proceso.

Asistimos pues a una verdadera paradoja histórica donde el verdugo de ayer será el procesado de hoy en momentos en que el fujimorismo es la principal fuerza política del país y, con absoluta seguridad y al margen de los resultados del 2016, lo seguirá siendo en la próxima administración. Y quizá también la treta izquierdista de dividir la política entre “decentes versus corruptos”, que simbolizaba Toledo, haya terminado para siempre y los políticos comiencen a mirarse como seres imperfectos.

Por Víctor Andrés Ponce