¡Empresarios bajo ataque!

Es evidente que el caso Lava Jato no solo afecta a la clase política, sino también al empresariado. Sin embargo, lo que sorprende es que Jorge Barata haya señalado que se habría financiado una campaña electoral a través de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP). Hoy sabemos que la mencionada campaña era una institucional en defensa de la economía de mercado y que Odebrecht entregó una suma bancarizada de US$ 200,000 dólares y recibió un certificado de donación. Igualmente, conocemos que las grandes empresas peruanas aportaron en total cerca de US$ 2 millones para la misma campaña a fines del 2010, con los respectivos certificados.

Coincidiendo con el aniversario gremial y de los 25 años del modelo económico que produjo la mayor reducción de pobreza en nuestra historia, la CONFIEP decidió lanzar una campaña de valores para sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de defender la economía de mercado, es decir, para defender el sistema. El asunto no tenía que ver con una campaña electoral, porque empezó antes de la segunda vuelta.

En este contexto es interesante analizar la reacción de gran parte de la media peruana. Los muchachos se escandalizan por los US$ 2 millones invertidos en una campaña de valores promercado. ¿Se imaginan cuánto invirtieron los grandes comercializadores mundiales de cobre en las ONG de izquierda peruanas para detener los proyectos mineros en Conga y Tía María? Deberían preocuparse de la danza de millones contra las inversiones.

Increíblemente, una de las pocas veces en que los empresarios peruanos demostraron su papel de clase dirigente fue a través de la mencionada campaña de valores promercado de la CONFIEP que denuncian algunos. Quizá el otro momento en que el empresariado demostró esa condición fue en la movilización contra la estatización de la banca a fines de los ochenta. Pero son muy pocas las circunstancias en que los inversionistas como tales han salido a defender frontalmente el sistema, y allí está una de las principales explicaciones de por qué la democracia y la economía de mercado están bajo el fuego del antisistema.

Cuando se presentan este tipo de debates siempre vale echar mano de la ideología. El viejo Marx siempre solía decir que la democracia era el régimen de la burguesía. No le faltaba razón. La democracia y la libertad solo existen en aquellas sociedades en  que existe una participación mayoritaria del sector privado en la economía. ¿Alguien conoce una democracia en donde el Estado controle la economía? No hay.

Si las democracias  de Estados Unidos y el Reino Unido persisten y envejecen es porque sus  respectivos empresariados se convirtieron en clases dirigentes e invierten en los partidos y en las ONG, y promueven una intensa e incesante guerra ideológica.

En el Perú, en los últimos 25 años ha surgido por primera vez un empresariado poderoso y democratizado (con millones de emprendedores) sin el cual no se explicarían las grandes transformaciones económicas y sociales del país actual. Sin embargo, la burguesía peruana todavía no asume su papel de clase dirigente.

Si hoy la democracia y la economía de mercado están bajo ataque es porque la campaña promercado de la CONFIEP —que denuncian algunos colegas sin saber que se están adhiriendo al marxismo— no se ha convertido en algo permanente, en parte del sistema; mientras la CGTP, los frentes de defensa y los gremios anticapitalistas desarrollan una guerra ideológica sin cuartel con millones de dólares que danzan en las ONG.