El sueño de la historia propia

Sobre las recientes declaraciones de Mario Vargas Llosa

Cuando parecía que los problemas personales lo alejaban del Perú, Mario Vargas Llosa lanzó bazukazos contra Keiko Fujimori y Alan García mientras apoyaba a PPK. El Nobel peruano volvió a establecer relaciones curiosas entre la genética y la política porque llamo a Keiko “la hija del dictador” en vez de desarrollar un balance social y político del movimiento fujimorista. Igualmente, en un claro ejercicio de anti propaganda, calificó a García de “representante de la corrupción”. Decimos anti propaganda porque hablar de corrupción sin mencionar las supuestas agendas de Nadine Heredia ni los millones alrededor del caso Ecoteva es prender fuegos de artificio.

Vargas Llosa en política es un huracán de pasiones. Pero, ¿solo se trata de pasiones? ¿Cuál es la racionalidad en las animadversiones del escritor?   

Los psicólogos del arte señalan que no habría genialidad artística sin una dosis de megalomanía. Y Vargas Llosa es un genio de la palabra tallada, del esfuerzo ciclópeo. No hay duda. Sin embargo esa misma megalomanía lo puede llevar soñar con una historia propia del Perú, ajustada a su biografía.

De alguna manera el escritor nos pretende relatar que todo se jodió en el Perú cuando no lo eligieron a él Presidente. Y eso es una media verdad. Porque el fujimorato de los noventa fue autoritarismo y corrupción, pero también las reformas económicas que demolieron el estado populista y explican los cambios económicos y sociales más impresionantes de la República en los últimos 25 años. Sin embargo, el Nobel dice que la “buena historia” empezó con la caída del régimen fujimorista.

La historia y la democracia no es obra de entes perfectos, alados, sino de hombres imperfectos, profanos, llenos de pecados. No es religión ni ideología. Vargas Llosa quiere narrar una épica en la que él es una especie de Odiseo.

De allí que apoyara inexplicablemente a Ollanta Humala el 2011 no obstante sus antecedentes bolivarianos. No podía ganar “la hija del dictador”, “el ADN autoritario”. De allí que hoy regrese al argumento genético ante la consolidación de Keiko, una consolidación que escribiría una historia al margen de la biografía del narrador. De allí también que ataque a García, quien es considerado por el humalismo el principal responsable del “fracaso nacionalista” que, por cierto, ya es parte indisoluble de la biografía del narrador.

De alguna manera la estrategia de Keiko de piropear a la Comisión de Verdad ha sacado a sus virtuales enemigos de las sombras y ha puesto los argumentos y trapos bajo el sol. No son nuevos, son los mismos de la elección pasada. Sin embargo, como animador del anti en el Perú, Vargas Llosa está sumamente debilitado. El anti se impuso el 2011 y hoy contemplamos un deterioro institucional, moral y económico impensable para el ex milagro de América Latina. Hay demasiada soberbia ante la evidente bancarrota.

Todo indica que el sueño de la historia propia no funcionará en el Perú del 2016 porque, de alguna manera, también existe una racionalidad popular. A medida que se consolide la presencia de Keiko en la segunda vuelta, el no fujimorismo buscará al candidato capaz de evitar el triunfo naranja. Y cuando García dispare contra la candidata fujimorista, entonces, la campaña electoral realmente habrá comenzado. Y allí veremos dijo el ciego, pero lo que no veremos es el sueño de la historia ajustada a una biografía. En las sociedades abiertas eso casi nunca sucede.

Por: Víctor Andrés Ponce