El Salvador de Vizcarra

Si bien es cierto que el choque entre el ministro de Economía, Carlos Oliva, y el ex presidente del Consejo de Ministros (PCM), César Villanueva, alrededor de la solución de la huelga de transportistas es un factor que precipitó la renuncia del último, a estas alturas, empieza a quedar claro que el presidente Vizcarra tomó la decisión del relevo ministerial por la tendencia a la baja en las encuestas. La idea de que un locuaz Salvador del Solar en la PCM puede convertirse en la primera línea de defensa de los cuestionamientos al jefe de Estado parece haber pesado en la decisión presidencial. Igualmente, la imagen del Gabinete paritario como una manera de engancharse con la situación de la mujer, tema de alto perfil en los medios, parece haber sido otra variable.

Si las cosas se desencadenaron por las razones arriba mencionadas, entonces las posibilidades y limitaciones del Gabinete Del Solar están cantadas. Y si nos atenemos a las primeras declaraciones del PCM, en las que parece señalar que el Perú ha alcanzado mayor gobernabilidad por el desenlace del referéndum, entonces no hay mayores discusiones. Asimismo, si revisamos la trayectoria de Del Solar y de la mayoría de integrantes del nuevo Gabinete, las posibilidades de que la polarización con “el fujiaprismo” continúen están sobre la mesa.

¿Qué podría significar algo así? Que Vizcarra y los círculos alrededor de él (los más cercanos y los más lejanos) no han entendido que la situación política ha cambiado radicalmente luego del referéndum y del encarcelamiento de la dirigencia de Fuerza Popular. Hoy no existe la “amenaza del fujimorismo”, y la oposición cerril del Congreso ha terminado con la desorganización de Fuerza Popular. Vizcarra y Del Solar están solos frente a la gente, no hay humareda que levantar, y nadie puede evitar responsabilidades.

La aprobación en la república de la popularidad que parece haber inaugurado Vizcarra, pues, se presenta en extremo dura. Las preguntas se caen de maduras: ¿Cómo se restablece la autoridad en el sur frente a los gobernadores secesionistas? ¿Cuándo termina el bloqueo a Las Bambas, el megaproyecto que aporta cerca de 1% al PBI? ¿Se materializan Tía María y Michiquillay? ¿Despega la reconstrucción del norte? ¿Se reduce la anemia y se arrincona a la ola criminal?

Si el nuevo PCM concentra todas sus energías en esas encrucijadas de la gobernabilidad, Salvador del Solar tendría que dejar de ser Salvador del Solar; es decir, un joven político muy inclinado al verbo vacío, al progresismo basado en ciertas lecturas, y muy distante de la gestión y los resultados. Sin embargo, la vida está llena de sorpresas. Puede suceder que el nuevo PCM llegue a la conclusión de que debe focalizarse en los asuntos del gobierno y, en el acto, reparar que no habrá tiempo para entrevistas y reportajes y que, al final de todo, él terminará con más canas y transformado en un político de verdad. Si hace eso se habrá convertido en el salvador de Vizcarra y habrá surgido un candidato hacia el 2021.

Pero focalizarse en la gobernabilidad, en el crecimiento y en el proceso de reducción de pobreza, también implica abandonar la polarización y las guerritas con una oposición casi inexistente. ¿Quién puede librar la guerra por la reconstrucción y el relanzamiento del crecimiento y, al mismo tiempo, seguir inventándose enemigos? Cuando alguien está pensando en la gobernabilidad, por ejemplo, entiende que el sector Educación y los padres de familia deben aliarse para imponer la meritocracia en la escuela pública y derrotar al sindicalismo magisterial extremista. ¿Se puede conseguir ese objetivo promoviendo la ideología de género? Imposible.