El populismo exculpa y santifica el fracaso del Estado

La lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, anunció la semana pasada un proyecto de ley para promover el consumo y disponibilidad de los medicamentos genéricos. Asimismo, precisó que la gran reforma de los medicamentos está en marcha, una iniciativa encomiable desde cualquier punto de vista; sin embargo, carece de objetivo si no se precisa qué entidad es la responsable de falta de genéricos en el país. ¿Acaso son las farmacias privadas? ¿Acaso es el Estado?

Al respecto vale señalar que las farmacias del Ministerio de Salud, de la Seguridad Social (Essalud) y de la sanidad militar y policial, manejan el 80% de la oferta de medicinas en el Perú, en tanto que las farmacias privadas solo el 20%. La conclusión, pues, es incuestionable. Si no hay medicinas genéricas en el país es por directa responsabilidad del Estado.

El asunto de las medicinas genéricas vuelve a la agenda porque el pasado 25 de febrero expiró la vigencia de los decretos de urgencia 007-2019 y 059-2020, que obligaba a todas las farmacias del país a tener un stock mínimo de medicamentos genéricos. Sin embargo, las cadenas de farmacias privadas informaron que, al margen de la vigencia de los mencionados decretos, iban a seguir manteniendo el stock de genéricos que han ofertado en los últimos años.

Vale recordar que durante la tragedia nacional de la pandemia del coronavirus, que llevó al Perú al primer lugar de muertes en el mundo con más de 200,000 fallecidos, el gobierno de Martín Vizcarra echó mano de la conocida demagogia, populismo y engaño que a veces utilizan los autócratas. Inició una feroz campaña contra las farmacias privadas señalando que la falta de Azitromicina y Paracetamol eran responsabilidad del sector privado. Como el Estado no había cumplido con su responsabilidad de comprar genéricos, en pocas semanas el stock de las farmacias privadas se agotó y solo quedaron los productos de marca.

Sobre esta base la demagogia vizcarrista demonizó al sector privado ocultando que el 80% de las farmacias a cargo del Estado. Simplemente había ignorado la gravedad de la pandemia, y se había olvidado de comprar los genéricos requeridos. La demagogia del populismo vizcarrista llegó a extremos superlativos cuando se pretendió culpar a las clínicas privadas de la falta de respiradores, no obstante que solo el 5% de la población se atiende en centros privados. Planteada las cosas así, el gobierno de Vizcarra hizo la peor gestión del mundo en la pandemia, pero se cargó al sector privado para ocultar su frivolidad e irresponsabilidad. Lo de las vacunas es otra historia trágica.

El populismo, la demagogia y el colectivismo en el Perú siempre tienden a exculpar los fracasos del Estado y a responsabilizar de estos yerros al sector privado. Por ejemplo, si en las regiones mineras faltan carreteras, agua potable, desagüe, escuelas y postas médicas, se culpa a las empresas mineras, no obstante que el gobierno central, los gobiernos regionales y los municipios están con los bolsillos repletos de dinero destinados a estas inversiones que no realizan. En el sector agrario, el Estado no entrega títulos de propiedad a dos millones de minifundistas ni desarrolla inversiones hídricas, y se pretende culpar al milagro agroexportador –que utiliza el 5% de tierras agrícolas– de la pobreza de los pequeños parceleros.

Quizá en esta tendencia a santificar al Estado, el gran pecador y la causa de nuestras tragedias, está el porqué de que todo comience a colapsar en el Perú.