El elenco estable de la política

Sobre representación política, crecimiento económico y liderazgo.

En el último cuarto de siglo se redujo la pobreza como nunca antes en nuestra historia y se pulverizó lo que se podría llamar el sistema de partidos del siglo XX. Y si bien no surgió otro sistema partidario alternativo, sí se puede sostener que ha empezado a surgir un elenco estable de la política integrado por personalidades que suelen animar las elecciones nacionales. Si existen dudas Keiko Fujimori, PPK y Alan García encabezan la intención de voto en la reciente encuesta nacional de Ipsos.

Y si las dudas persisten allí está el repunte de Luis Castañeda, no obstante una de las campañas mediáticas más feroces que se haya conocido contra político alguno. ¿Qué pueden significar semejantes hechos? Que no obstante la crisis del espacio público, en la sociedad peruana se ha construido una representación política del crecimiento que ha expandido la prosperidad y las clases medias en el país. Si las cosas son así, tremenda noticia.

Solo una visión de secta ideológica puede negar que, no obstante los yerros autoritarios y la corrupción, el fujimorismo en los noventa demolió a martillazos el estado populista repleto de empresas estatales y desarrolló las reformas económicas que precedieron el actual crecimiento. Bueno, de alguna forma Keiko Fujimori representa ese proceso.

Solo la ceguera de las sectas puede ignorar que el segundo gobierno aprista, a pesar de las denuncias investigadas, fue el mejor gobierno de la democracia post Fujimori, con crecimiento y reducción de pobreza difíciles de superar. A pesar de las guerras anti alanistas, García sigue como firme candidato para pelear la segunda ronda.

Solo una anteojera de capilla puede ignorar el tremendo papel que jugó PPK como jefe de Gabinete en la administración Toledo para evitar que el radicalismo le torciera la mano a la economía de mercado, tal como empezaba a suceder en Venezuela, por ejemplo.

Solo el sectarismo villaranista puede ignorar que Luis Castañeda se ha convertido en el político más popular del Perú por la inmensa obra que desarrolló en sus administraciones anteriores. De allí que su imagen en los sectores populares sume tres o cuatro veces el prestigio que antes tenía Luis Bedoya Reyes en la capital.

Por angas o por mangas, en medio de yerros, ha comenzado a emerger un elenco estable de personalidades de la política. La mayoría de ellos desarrolla una vocación personalista y anula el desarrollo de la institucionalidad partidaria, pero son los hombres y mujeres que, de una u otra manera, representan el avance económico y social del Perú de las últimas décadas.

La izquierda en sus más infinitas variantes puso en la mira a este ramillete de personalidades, sobre todo, con el estribillo de decencia versus corrupción. El antifujimorismo y el antiaprismo se envolvieron en las banderas moralizadoras, pero las denuncias contra el nacionalismo, el encarcelamiento de Gregorio Santos, del Pepe Julio de las lentejas, y las imputaciones a la administración Villarán, desvelaron que antes que voluntad moralizadora solo había estratagema política.

En todo caso la sociología política nos señala que no hay democracia sin partidos, sin mecanismos de intermediación entre el estado y la sociedad. Y parece que es verdad. En el Perú si bien no hay partidos sí se puede hablar de un elenco estable que hasta hoy garantiza la pluralidad y la alternancia democrática.

 

Por Víctor Andrés Ponce

20 – Jul – 2015