El desayuno de PPK

Empieza a asomar un gobierno desordenado

Horas después de que el jefe de Estado invitara un desayuno de desagravio a Alonso Segura, el titular de Economía, Alfredo Thorne, se presentaba en la Comisión de Presupuesto del Congreso. La manera como Thorne fue recibido por los parlamentarios generó una primera impresión: el ministro parecía tener más respaldo de los congresistas que del propio PPK.

Y el respaldo no tenía nada que ver con el latigazo antinadinista de Thorne, sino con el verdadera desastre económico que deja la administración nacionalista. El déficit fiscal, la caída de la recaudación tributaria y el incremento de la deuda desataron una solidaridad legislativa que revela los altos consensos que se ha alcanzado en el país alrededor de la macroeconomía.

Sobre el evidente desliz de Thorne, que señalaba que los funcionarios del Ministerio de Economía se reunían con Nadine (¿quién no lo sabe?), Segura hizo política, se victimizó intentando tapar el forado que la administración Humala deja en el país, no obstante que recibió una economía con superávit. Pretendió justificar lo injustificable y PPK lo ayudó, puso el hombro, y permitió que la pantomima prospere.

Ahora bien, hasta allí lo anecdótico. El problema de fondo es que empieza a asomar un gobierno desordenado, en el que la inexperiencia política se empieza a notar a flor de piel; una situación que se exacerba con la voluntad del jefe de Estado de aparecer simpático, soltando chiste tras chiste que, a veces, se pueden convertir en problemas. Por ejemplo, comentando el fallo judicial que autoriza la entrega de la píldora del día siguiente, PPK hizo un chiste y mencionó al Cardenal Cipriani. El aludido no respondió, pero, sobre la marcha hubo pronunciamiento en contra de la Conferencia Episcopal. En todo caso, el asunto era tan peliagudo que una broma era la peor manera de abordarlo.

De cierta forma lo que está sucediendo en la administración PPK no solo es la falta de experiencia política y el exceso de tecnocracia, sino la necesidad de que en el nuevo Ejecutivo se geste un centro político que organice y ordene la acción gubernamental. De lo contrario, se instaurará una especie de libre albedrío en el que los ministros declaren a diestra y siniestra, creando bombas de tiempo que habrá que desactivar.

Ahora quizá los desayunos alcancen, pero cuando el tiempo pase y la gente exija resultados ni la mejor pachamanca será suficiente para enfrentar la caída de la popularidad. De allí la importancia de un centro político que organice la acción gubernamental.

En ese camino es fundamental preservar la figura del jefe de Estado del conflicto que sobrevendrá, algo vital para que la democracia y las instituciones sigan funcionando. Allí reside la importancia de que el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, adquiera una densidad política cada vez mayor. ¿Quién coordina y pone luces rojas, verdes y amarillas a los pronunciamientos ministeriales? Si bien tampoco se trata de restringir la libertad de los titulares de los sectores, se debe hacer todo lo necesario para evitar la imagen de un gobierno desordenado.

Pero no solo se necesita ordenar la casa, sino también establecer una comunicación fluida con la mayoría legislativa. Si PPK todavía no se ha reunido con Keiko Fujimori, entonces Zavala está llamado a producir todas las reuniones y los acuerdos para desarrollar gobernabilidad. Cualquiera sea el ángulo de análisis, la administración PPK necesita con urgencia un centro político.

Víctor Andrés Ponce