El antisistema y el adelanto electoral

Un fantasma recorre la democracia: la voluntad de algunos de adelantar las elecciones para, como se dice, pescar a río revuelto. La fragilidad y desconciertos del presidente Vizcarra, los yerros acumulados y las impericias del Congreso, y la estrategia de un sector de medios que busca presionar al Legislativo para evitar que se apruebe la ley de publicidad estatal, contribuyen a las neblinas que lleva a algunos a considerar el posible adelanto del cronograma electoral. Sin embargo, son las fuerzas antisistema, los sectores populistas antimercado o los llamados chavistas, los sectores que la tienen clara. Nuevo Perú acaba de pronunciarse por el adelanto electoral y el Frente Amplio, el MAS de Gregorio Santos y los reservistas de Antauro Humala ya están en primera fila en las marchas contra el Congreso. Ya hubo rúbrica con fuego.

Como todos sabemos, la única posibilidad de adelantar las elecciones pasa por el fracaso general de la administración Vizcarra, pero ese tipo de fracaso solo es posible a la boliviana. Es decir, con las masas en las calles que sacan a un jefe de Estado, que avanzan sobre el Congreso y que logran modificar el cronograma electoral. A partir de allí la historia es conocida: desde Hugo Chávez, pasando por Rafael Correa, hasta Evo Morales. Si no hay masas en la calle, si no hay una bolivianización de la protesta, entonces Vizcarra se teñirá de todos los tonos de grises y conducirá una administración mediocre hasta el 2021 que entregue el poder. Si se decide a hacer reformas escribirá historia.

¿Por qué es necesario poner este tema en la agenda? Los únicos que parecen tener un proyecto de sociedad, parecen ser los sectores antisistema. Desde Verónika Mendoza, pasando por Marco Arana y Gregorio Santos, hasta Antauro Humala, parece comprenderse que una ofensiva de masas que saque a un jefe de Estado y a un Congreso, no solo cambia el cronograma electoral, sino que destruye todos los activos acumulados en más de 25 años de economía de mercado y dos décadas de democracia.

En otras palabras, el adelanto electoral sería el fracaso del modelo neoliberal y la evidente paralización de las inversiones y el estancamiento de la economía y el aumento de la pobreza. ¿Qué fuerza promercado podría evitar las ondas destructivas de esa explosión? Ninguna, a menos que compita en estatismos y populismos con las fuerzas antisistema. Ganarle al diablo en el infierno parece imposible, ¿no?

Bueno, si no eres chavista ni antisistema, es hora de reflexionar. A los amigos de los medios es necesario recordarles que el subsidio estatal a ciertas redacciones se acabó. El Congreso aprobará algún tipo de regulación de la publicidad estatal que se bastardeó durante el nadinismo y el pepekausismo, hasta estatizar a ciertos sectores.

Igualmente, los integrantes de la mayoría legislativa tienen que entender que es imposible sacar el cuerpo de una salida política integral para la democracia luego de haber impulsado dos procesos de vacancia y después de haber desencadenado la renuncia de Kuczynski. Imposible. De lo contrario el electorado cobrará con dureza. Y, finalmente, el presidente Vizcarra debería reflexionar que no se puede entreverar la luz y la sombra en economía, y proceder a retirar el ala anti inversión del Gabinete en momentos que se necesita con urgencia relanzar la inversión privada.

Si los demócratas y los defensores de una economía abierta no abandonan los faccionalismos y ponen por delante la idea de país, entonces el fantasma del adelanto electoral puede convertirse en devastadora realidad.