Cuando el poder no nace del sufragio

Las irregulares elecciones del 2016 (que implementó el aparato nadinista) y la guerra Ejecutivo-Legislativo (desatada luego de los comicios y que explica la renuncia del presidente Kuczynski y el posterior encarcelamiento de Keiko Fujimori), han llevado al Perú a una disyuntiva límite: o se mantiene el sistema representativo de la actual experiencia republicana o avanzamos hacia las formas de autoritarismo “posmodernas” que inauguraron el fujimorato y el chavismo en la región.

Hoy en el Perú el sistema representativo no tiene valor alguno. El Congreso, con la presidencia de Daniel Salaverry, se ha convertido en una caja de resonancia del Ejecutivo y los medios tradicionales. Esta entidad no desarrolla oposición política para contener las estrategias de desinstitucionalización y concentración del poder que implementa el vizcarrismo, y tampoco promueve una agenda de reformas que cambie el curso del escenario. La situación del Legislativo actual es un factor que explica el curso de las cosas.

Y, ¿cuál es ese curso de las cosas? Una extraña movilización de diversas ONG marxistas, encabezadas por IDL-Reporteros y Transparencia, estableció una alianza con los medios tradicionales. Y para ser fieles a la verdad, los únicos que tienen clara las cosas son los sectores marxistas. En el caso de los medios tradicionales, hay desesperación. La ley Mulder, que prohibió la publicidad estatal, de la noche a la mañana devolvió a los accionistas a la realidad. Sin la publicidad estatal el tamaño de las empresas y los números no cuadran, se vuelven rojos. En este contexto, los actores mediáticos solo buscan arrinconar al Congreso para que no vuelva a legislar sobre la publicidad estatal. Es tal la desesperación que las campañas tienen plazo hasta 2021 para vender acciones en mejores condiciones. De allí que, en estos medios, se haya esfumado los espacios de periodismo y algunos colegas hayan decidido terminar sus carreras.

Si los sectores marxistas la tienen clara en esta alianza, ¿cuál es el proyecto? Permanecer en el poder. ¿Para qué? Parte de los contratos estatales de las últimas dos décadas han creado una “nueva clase media estatal” que tiene como protagonistas principales a las ONG de izquierda y a “los luchadores anticorrupción”. Una larga clientela de profesionales antifujiapristas, estudios de abogados y otras organizaciones de la sociedad civil conforman esta nueva nomenclatura.

Si permanecer en el poder es el objetivo, no importa si Vizcarra va a la reelección o si el moradito se constituye en alternativa. Finalmente, esta extraña amalgama, que ha surgido sobre la base de las ONG de izquierda y medios tradicionales, puede controlar el poder sin ganar elecciones.

Ahora bien, aparte de los campañas de linchamientos mediáticos, ¿cuál es la otra herramienta fundamental para esta estrategia de poder? Evidentemente el control judicial. Con fiscales politizados y linchamientos mediáticos se ha logrado detener a toda la clase política sin acusaciones fiscales ni juicios orales. Alan García se suicidó por un encierro sin juicio oral.

Y si salvo el poder todo es ilusión, los núcleos marxistas estarán dispuestos a sacrificar a antiguos compañeros de ruta con los que gobernaron en las últimas dos décadas: Ollanta Humala, Nadine Heredia y Susana Villarán. Es el poder de los “incorruptibles” que se alimentaron de los gobiernos cuestionados.

Y, ¿la economía? Como neomarxistas pragmáticos no parecen interesados en hacer grandes cambios. Es parte de la estrategia de “salvo el poder todo es ilusión”. No obstante si se quedan en el poder les aseguro que no habrá empresario ni periodistas con cabeza propia que se salve del software autoritario: investigación preliminar, detención preliminar, colaboradores que aparecen para evitar cárcel de esposas e hijos y el correspondiente linchamiento mediático.

Sin embargo, la reacción de la sociedad evitará este tiempo nublado. Seguros estamos.