¿Confianza o no confianza?

A estas alturas se comienza a notar una evidente reacción de las instituciones republicanas frente al nombramiento de Guido Bellido como presidente del Consejo de Ministros (PCM) y otros personajes cuestionados en los despachos ministeriales, sobre todo por sus relaciones borrosas con el terrorismo y los grupos subversivos. 

A pesar del envilecimiento de las instituciones que perpetraron las administraciones de Vizcarra y de Sagasti, de pronto, se percibe una movilización institucional para detener el autoritarismo con que Pedro Castillo pretende manejar el despacho presidencial. Luego de unos días de secretismo, el jefe de Estado se vio obligado a ejercer el cargo en Palacio de Gobierno e informar a la nación de las reuniones que sostenía, tal como lo establece la ley.

La Contraloría General de la República, la Defensoría del Pueblo, y el Congreso de la República empiezan a pronunciarse sobre los deberes del jefe de Estado y la naturaleza del Gabinete Bellido. En pocas horas, quizá el Poder Judicial se pronuncie sobre un hábeas corpus presentado por cuatro marinos en contra del nombramiento del Gabinete Bellido por sus posibles vínculos con el terrorismo. En otras palabras, lo que pretendemos señalar es que las instituciones republicanas están siendo sometidas a prueba total y, de una u otra manera, de esa firmeza institucional dependerá si se derrota o no la amenaza comunista totalitaria.

En este contexto es absolutamente posible que el Gabinete Bellido no llegue a presentarse ante el Congreso para el pedido de confianza. Y si a esto le sumamos las siguientes encuestas a publicarse, que deben ser adversas para la administración Castillo, entonces este partido ni siquiera ha empezado.

Ahora bien, si el Gabinete Bellido se presenta al Legislativo, ¿se le debe otorgar la confianza o no? De pronto, un sector de la izquierda caviar –que ha organizado esta tragedia de principio a fin– ha asumido un radicalismo inesperado y señala que de ninguna manera. ¡Cuidado!

A nuestro entender este sector sigue creyendo en la temeraria y destructiva idea de que puede controlar a la administración Castillo, alejar del Ejecutivo a Vladimir Cerrón, y seguir gobernando sin organizar partidos ni ganar elecciones, tal como la ha venido haciendo en las últimas décadas.

Según este criterio, después de negada la confianza la disyuntiva entre el cierre del Congreso (ante una segunda negativa de confianza) y la vacancia obligaría al Ejecutivo a organizar un gabinete moderado por la izquierda caviar. Sin embargo, el Congreso estaría nuevamente en la picota de una posible disolución. Nada más y nada menos que los mismos escenarios que consolidaron el proceso destructivo de la administración Vizcarra.

Si Castillo y Perú Libre han planteado el Gabinete Bellido es porque pretenden adelantar la batalla final. Es decir, porque buscan definir la estrategia de poder (no de gobierno) en el corto plazo. Las armas del Congreso son los votos y hay que contarlos para ver si están las condiciones para la batalla final. Si no se cuenta con esos votos, entonces los demócratas deben postergar la batalla final en busca del mejor momento, los votos y la victoria.

Castillo y Perú Libre buscan adelantar la batalla final porque saben que el avance del calendario sin control del poder les será adverso, no solo por el desmadre económico y social que se desatará, sino por la reacción institucional que se empieza a percibir.

Desde el punto de vista de los principios es imposible otorgar la confianza al Gabinete Bellido. Desde el punto de vista de la política o “del análisis concreto de la situación concreta”, según Lenin y los bolcheviques, nunca se debería descartar.