Ajustando el Gabinete

Es incuestionable que el presidente del Consejo de Ministros (PCM), César Villanueva, le ha enmendado la plana al titular de Economía, David Tuesta, con respecto a la propuesta de gravar a los ingresos más bajos con el Impuesto a la Renta. El PCM ha dicho que no habrá aumento, luego de que el titular del MEF sostuvo que sí lo habría. Un problema que revela la magnitud de las cosas que deben ajustarse dentro del Gabinete.

Es loable la voluntad del Ejecutivo de enfrentar la caída de la recaudación fiscal y cerrar el déficit hacia el 2021. Frente a la irresponsabilidad de la administración pepekausa —a la que no le entraban balas en el asunto y parecía dispuesta a engordar la deuda pública— la conducta del Gobierno Vizcarra es como comparar la luz y la sombra. Sin embargo ese voluntarismo para ordenar las cuentas fiscales está llevando a la desesperación al Ejecutivo, y las marchas y contramarchas que se registran tienen que ver con esa ansiedad fiscal que se extiende.

La idea de un Estado fallido que exige mayores impuestos es absolutamente impopular. Un Estado fallido en proveer servicios, en administrar justicia y ofrecer seguridad, y que además exige mayores recursos a los ciudadanos es intolerable. Es el camino más directo a la reprobación popular, a tal punto que los izquierdistas, diversos sectores del antisistema y resentidos pepekausas hoy comienzan a hablar del “paquetazo del Gobierno de Vizcarra”. Quizá por todas esas consideraciones políticas el Ejecutivo, a través de Villanueva, da el paso atrás.

Luego del extraño incremento al Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), el Ejecutivo parecía embarcado en una carrera frenética para incrementar la recaudación, ajustando a los pocos contribuyentes que tributan. Extraer recursos de la sociedad, del sector privado, para mejorar los ingresos de un Estado que fracasa en todo no solo es impopular, sino que es un duro golpe a las posibilidades del relanzamiento de la inversión privada en el Perú, la única capaz de incrementar los recursos del fisco en el mediano y largo plazo.

Por todas estas consideraciones, en el Gobierno de Vizcarra se debería invertir el orden de las cosas. En vez de pensar en ahorcar al reducido sector privado que cumple sus responsabilidades fiscales, se debería reflexionar en la necesidad de que el ajuste se produzca en el propio Estado, que consume cerca de un tercio del PBI. Una suma enorme en comparación al tamaño de la economía.

Sin embargo una aproximación de este tipo requiere coherencia económica e ideológica dentro del Gabinete Villanueva, algo que no existe en el primer equipo ministerial del presidente Vizcarra. ¿Por qué? La idea de ajustar y ordenar el Estado parte del entendimiento de que el Estado es el principal responsable del fracaso en la provisión de servicios en educación, salud, justicia, seguridad, entre otros. Semejante aproximación parte del supuesto de que si las cosas han funcionado hasta hoy solo ha sido por el protagonismo del sector privado en el crecimiento, en la reducción de pobreza y en la inclusión. Y si las cosas no han avanzado más es por el fracaso general del Estado.

Agregar coherencia económica e ideológica al interior del Gabinete significa, sin lugar a dudas, terminar con la idea de un gabinete de dos sectores: un grupo de ministros proinversión y otro claramente antiinversión. En cualquier caso, los titubeos del Gabinete Villanueva más que obligan a hacerle ajustes. Veremos.