Jorge Morelli

Mirarse el ombligo y hallarlo refulgente

Disputas políticas generan incertidumbre para las decisiones de inversión

Mirarse el ombligo y hallarlo refulgente
Jorge Morelli
14 de marzo del 2018

 

Si dibujáramos una escala que vaya desde la mayor seguridad hasta la mayor audacia en el mercado global del valor económico, habría que poner en primer lugar al oro, que es el refugio más seguro. Es la casa de ladrillos del cerdito Práctico. Los bonos del Tesoro americano y el dólar son la segunda casa, con mayor riesgo. La casita de paja son las acciones de bolsa, la apuesta más frágil. De estas acciones y de los bonos huyen los capitales para ir al refugio seguro del oro cuando llega el lobo al mercado de valores. Este es el orden tradicional de las cosas.

Ahora bien, este orden se encuentra hoy trastocado. Por ejemplo, el Dow Jones, los bonos, el dólar y el oro suben y bajan sin una tendencia clara. Un día huyen todos al refugio del oro, el siguiente corre a la bolsa. El término técnico de moda para esto es volatilidad. En el newspeak financiero, este eufemismo significa inseguridad.

La inseguridad es producto de una desinformación que parece deliberadamente generada. A esa desinformación se suman reacciones fuera de control, dispuestas mecánicamente de manera masiva por supercomputadoras cuyos parámetros son ya obsoletos. Hacen falta nuevos parámetros. Pero los políticos no los están procurando. Lo que están haciendo es producir incertidumbre.

La incertidumbre es introducida en la economía global por la política local. Es por eso que el proteccionismo, producto de la inseguridad, ocupa de nuevo el centro de la escena global. La naturaleza cíclica del fenómeno es evidente. Cuando hay una globalización en marcha, la incertidumbre amaina y la inseguridad desaparece. El comercio y el capital se expanden entonces en todas las direcciones simultáneamente.

Cuando la globalización se agota y retrocede, en cambio, la torta global se empequeñece para un número mayor de comensales. Avanza entonces la reivindicación localista que, en ausencia de un Gobierno fuerte, se expresa como frustración de expectativas y descreimiento. Lo decía Samuel Huntington: el crecimiento económico sin instituciones trae la violencia. Entonces hay que culpar al otro, al extranjero, y el proteccionismo prevalece.

El fenómeno global se reproduce a escala local, pero con creciente pequeñez. En el Perú de hoy, por ejemplo, el debate político se ha convertido en una disputa política menor, que genera sistemáticamente inseguridad jurídica e incertidumbre a la población y a las decisiones de inversión.

La responsabilidad de esto es del Congreso, en primer lugar. Pero especialmente de quien tiene la responsabilidad de conducirlo como primera bancada parlamentaria. En lugar de transmitir firmeza en la conducción, liquidar la incertidumbre y dar al Perú la seguridad que necesita, Fuerza Popular se dedica al deporte de cambiar al capitán del navío en medio de la tormenta global.

La clase política tradicional ha devorado al partido que estaba llamado a reformarla. Como dijo una vez Ricardo Letts, no deja de mirarse el ombligo y hallarlo refulgente.

 

Jorge Morelli
14 de marzo del 2018

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