Javier Agreda
Lírico puro
Reseña del nuevo poemario de Willy Gómez Migliaro
Aunque publicó sus primeros libros en este siglo, Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) es una de las voces más interesantes de nuestra generación del noventa. Su poesía, de evidente estirpe eliotniana, une la experimentación verbal con la reflexión sobre temas trascendentes; una combinación que asegura la calidad de los textos, pero que también les da un cierto hermetismo. Su obra dio un salto cualitativo a partir de Moridor (2010), que lo llevó a ganar el Premio Hispanoamericano de Poesía Festival La Lira, otorgado a su poemario Construcción civil (2013), un original análisis de la sociedad peruana que continuó en el libro Nuevas batallas (2014). Cambiando de temas, Gómez nos entrega un nuevo poemario: Lírico puro (Hipocampo, 2017).
Son más de cien poemas los aquí reunidos —sin título, numeración ni signos de puntuación—, y todos ellos parten de situaciones y objetos cotidianos: una lata vacía, un partido de frontón, un paseo en bicicleta, un salón escolar, etc. Ante ellos el hablante inicia un discurso aparentemente caótico y fragmentario, formado de breves imágenes, sensaciones, explicaciones y recuerdos generados casi por asociación libre. Y aunque este discurso parezca desordenado, conduce finalmente a una especie de iluminación, de “toma de conciencia” sobre la naturaleza de la experiencia narrada. “Primero el delantal hecho de algodón / las plantaciones estuvieron ahí sin ganado” dicen los dos primeros versos de uno de los poemas. El delantal es el inicio, de ahí se pasa las plantaciones de algodón, a los campos desnudos después de la cosecha, a las fábricas de hilo y al roce de las prendas de algodón con la piel.
Por supuesto, tratándose de poesía el lenguaje es lo más importante. Gómez no solo vuelve a demostrar su buen manejo del verso, además hace un barroco despliegue de palabras relacionadas con cada uno de los objetos que aparecen en los poemas. En el texto dedicado a las bicicletas, por ejemplo, encontramos términos como transmisión, chasis, sillín, rodamientos, biela, zapata, etc. Hay también en los textos una clara dimensión metaliteraria, tanto por las alusiones a versos y títulos de libros de otros autores (señalados con letra cursiva) como porque entre las múltiples ramificaciones del discurso suele haber metafóricas reflexiones sobre el mismo proceso de escritura: “desnudez del lírico puro en ese objeto / acaso decir mancha por rodajas de naranjas / fotos viejas al callar o traer tu llanto / nada flor en el fastidio creador no ser…”.
En Construcción civil y Nuevas batallas primaban la reflexión histórica y social. En estos nuevos poemas esos grandes temas siguen estando presentes, pero solo como trasfondo, pues los versos giran más en torno a la experiencia cotidiana y la memoria personal. Acaso el autor haya querido señalarlo desde el propio título, pues según la RAE la poesía lírica “trata de comunicar mediante el ritmo e imágenes los sentimientos o emociones íntimas del autor”. Lírico puro es un muy buen poemario, que confirma la madurez literaria alcanzada por su autor.
Javier Ágreda
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