Hugo Neira

El fenómeno Macron

O cómo entrar a la era del conocimiento

El fenómeno Macron
Hugo Neira
19 de junio del 2017

O cómo entrar a la era del conocimiento

El 23 de abril, en la primera vuelta, Macron salva no solo el euro, sino Francia, la Unión Europea y unos valores que no pueden desaparecer en el desorden mundial que siembra Trump con su “no” al ecologismo, Putin que se inventa una nueva guerra fría, los ingleses consternados con la tontera que han cometido con el Brexit, el terrorismo islámico, el ejército de Daesh, entre otros signos de desaliento a nivel planetario. Y por una vez, un signo positivo en la escena.

Domingo 18, han sido las legislativas francesas.

Descripción. Amplia mayoría para La República En Marcha! Unos 319 escaños, o sea la victoria espectacular del presidente Macron. Los Republicanos, 103. Derrota de los socialistas, 32 escaños. Unos 8 escaños para el Frente Nacional, pero Marine le Pen, a la Asamblea. Solo había sido diputada en el Parlamento Europeo. Francia Insumisa, 16 y Mélenchon diputado. Y algo muy significativo: la abstención, al 57%.

Explicación. Macron cuenta con mayoría absoluta. El pueblo de Francia le ha dado los instrumentos para la acción, eso está claro. Podrá hacer las reformas que el país espera. No me voy a poner ahora a describir la Francia fragmentada por el impacto de la mundialización, el retroceso del empleo, etc. En síntesis, el voto es de confianza. Y a la vez de vigilancia.

Comentario. Nadie va a decir que un jefe de Estado europeo con apoyo legislativo es un tirano. Eso no puede ocurrir en un país cuyos ciudadanos permanecen políticamente activos ganen o pierdan. Los partidos no desaparecen, como ocurre en nuestro país. Y no se puede decir que republicanos conservadores, socialistas, comunistas y electores del Frente Nacional hayan perdido. Esa expresión no tiene sentido alguno. Ahora bien, escuchaba los debates y está claro, tienen en común la misma educación. Entonces, se entienden aun cuando discrepan.

En cuanto a Macron. Alguna vez consulté a un motor de investigación de Internet. Pregunté si había «socialismo liberal». Y los anónimos motores me contestaron: «Pregunta mal planteada». Pues bien señor robot, esa temática existe. Serge Audier, Le socialisme libéral  (La Découverte, 2006). Audier es docente en Paris-Sorbonne (París IV). El concepto —dice— se presta a confusiones. «Se trata de superar el liberalismo clásico y el socialismo autoritario». Y recuerda que lo anticipan Bobbio, Walzer y Habermas. Naturalmente, el librito (124 páginas) puede haber pasado desapercibido entre los 4,000 por año que se publican en Francia sobre ciencias sociales y humanas, pero a mí me llamó la atención en uno de mis viajes.

Macron es también un tema de filosofía política. Ha tomado una serie de principios que provienen del lado liberal, el individuo, la propiedad, el mercado. Pero eso no lo hace un neoliberal. Y del otro lado, la idea del Estado como agente de los servicios sociales, en Salud, Educación, protección de los pobres, y eso no lo hace un totalitario. Desde hace un par de siglos existen dos poderosas corrientes del pensamiento occidental, liberales y socialistas. En su caso, convergen. Pero ¿protección social y cambios en el régimen de trabajo en materia de despidos? Macron tiene una batalla colosal por delante.

Y también nosotros. Me refiero a la Educación, en especial la media. Lo que quiero decir es que Francia posee un capital que nos falta desesperadamente, aquello que el sociólogo Bourdieu bautiza como el “capital simbólico”. No solo el dinero, señores, hace el progreso de una nación. Es curioso que se olvide que Francia está siempre entre los cuatro primeros países del mundo que ganan premios Nobel. A saber, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña. Además, la República francesa goza de una educación pública gratuita, masiva y de calidad. Es decir, lo que nos falta. He vivido y practicado la enseñanza como profesor en Francia, rango que se adquiere por concurso. Los alumnos tenían computadoras, lo que no les impedía haberse formado con libros y cursos de física, química, lógica, historia, literatura. Materia por materia, no como aquí, “por áreas”. El resultado es visible. “Los últimos del planeta”, parafraseando a Lynch.

Sin embargo, hay una corriente dominante en Lima, convencida de que para llegar a adquirir ciencia y tecnología hay que deshacerse de las humanidades. Como siempre, estamos tomando el rábano por las hojas. No se ha entendido que el saber teórico alimenta las ciencias experimentales. Alemania y Francia tienen filósofos y matemáticos. Está claro, nos falta el aprendizaje del saber que sabe cómo llegar al saber. Eso que se llama propedéutica y métodos. Algo que explica el caso Macron, capaz de ser banquero, ministro de Economía y filósofo. ¡Qué problema para nuestros tecnócratas!

En fin, me permito decir que viajar como lo ha hecho el presidente a Europa para atraer capitales es tarea obvia. Pero me parece que debería haberlo acompañado la ministra de Educación y el ministro de Cultura. Es hora de que admitamos que el diseño curricular adoptado por decenios es un fracaso monumental. Millones de peruanos —de las clases populares— han salido de la secundaria sin poder leer, escribir ni razonar. Formados para la nada. No nos sorprendamos de que aumenten los sicarios juveniles. Una misión francesa nos podría ayudar. Y colaborar con el actual Consejo Nacional de Educación que prepara un plan educativo.

 

Hugo Neira

Hugo Neira
19 de junio del 2017

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