Sin reforma educativa integral, ¡no hay futuro para el Perú!

Si observamos cómo Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán –es decir, los llamados Tigres de Asia– abreviaron el camino al desarrollo en apenas cuatro décadas, no obstante que a los países occidentales les demandó más de dos siglos, encontraremos que la clave de esos países asiáticos estuvo en la reforma de la educación y el aprovechamiento de las innovaciones tecnológicas y científicas del capitalismo.

Los llamados Tigres de Asia, al lado de las políticas de mercado y la desregulación de las economías, desarrollaron una agresiva reforma educativa y mejora de sus sistemas sanitarios que les permitió tener un capital social de primer orden en el mundo. O para decirlo de manera diferente, lograron tener una fuerza laboral educada, saludable, capacitada y con grandes posibilidades de innovar y competir en los mercados mundiales. 

¿A qué viene todo esto? En Hispanoamérica parece que todavía no se han dado cuenta de la importancia de la educación en el desarrollo, y de allí que los países de la región suelen empantanarse en ciclos de crecimiento en base a inversión privada, seguidos de ciclos de estatismo y colectivizaciones de la economía. ¿Por qué? El crecimiento sin educación de calidad, más allá de las reformas promercado, tiene límites insuperables en la actual globalización.

El Perú, por ejemplo, parece ingresar a una nueva edad oro en su historia nacional, luego de la inauguración del megapuerto de Chancay y el anuncio del proyecto del Puerto Espacial con la Nasa en Piura. Asimismo, las potencialidades en minería, en agroexportaciones, pesquería y turismo, convierten al país en una posibilidad de potencia mundial de primer orden.

Sin embargo, sin una reforma de la educación integral todas las inversiones en diversos sectores se convertirán en enclaves aislados de la sociedad, tal como ha sucedido con algunas inversiones mineras. Sin educación reformada, la sociedad y la fuerza laboral no tendrá capacidad de engancharse en el desarrollo de las nuevas tecnologías y sistemas que suelen convocar las inversiones.

Por esas razones la reforma de la educación debe ser un programa irrenunciable para los peruanos de buena voluntad. El Banco Mundial, por ejemplo, tiene una estadística que impresiona: por cada año adicional de escolarización los ingresos de los ciudadanos aumentan en 9%.

En el Perú la reforma de la educación apenas ha comenzado, y de alguna manera ha sido bloqueada por la agenda colectivista que pretendía convertir a la escuela pública en un centro de adoctrinamiento marxista; o por la agenda progresista, que pretendía convertir a la escuela nacional en un taller de la ideología de género. Sin embargo, a pesar de estos problemas, la Carrera Pública Magisterial o reforma meritocrática ha seguido avanzando el 2022, el 2023 y el 2024, según informa el educador Idel Vexler.

Sin embargo, el ingreso por méritos a la carrera magisterial es el primer escalón de una larga escalera para alcanzar una educación propia del primer mundo. Luego del ingreso a la docencia, ¿cuáles son las políticas del Estado para capacitar a los maestros nombrados en ciencias, matemáticas, humanidades y cultura? ¿Acaso las mejores universidades no deberían estar desarrollando programas agresivos de capacitación y actualización de los docentes nombrados? Igualmente, ¿acaso –como lo propone Vexler– no se debería estar pensando en reformar las facultades de educación y los institutos pedagógicos para formar maestros de la mejor calidad?

En cualquier caso, cuando se mira las cosas de esta manera, cuando se suma los problemas acumulados en la infraestructura educativa de las cerca de 54,000 escuelas, uno llega a la triste conclusión que la reforma ni siquiera ha empezado.