¡Terminemos con el mito de la concentración de tierras!

Durante la campaña electoral, la izquierda y las corrientes comunistas denunciaban que en el campo había una nueva concentración de tierras, y solían hablar de “los nuevos barones del azúcar”. En este contexto, proponían una segunda reforma agraria para expropiar las tierras dedicadas a la agroexportación y retornar a las cooperativas (que se empobrecieron) y al minifundio, que hoy solo es sinónimo de pobreza y agricultura de subsistencia.

La primera reforma agraria del velascato, en la que se expropiaron las tierras de los fundos, produjo a las cooperativas (que fracasaron) y más de 2.2 millones de campesinos viviendo en condiciones de subsistencia. En otras palabras, la primera reforma agraria de la izquierda solo produjo pobreza. Nada más. Hablar de una segunda reforma agraria hoy no solo es un despropósito ideológico, sino que las tierras dedicadas a la agroexportación solo representan el 5% del total de tierras agrícolas.

Por este motivo, cuando la administración Castillo habla de una segunda reforma agraria descarta la expropiación de tierras y reduce este concepto a llevar servicios de la ciudad a los minifundistas del área rural.

De allí la importancia del nuevo Atlas de la superficie agrícola en el Perú que acaba de presentar el Ministerio de Agricultura. El mencionado Atlas es una nueva actualización del espacio geográfico destinado a la producción agrícola, y confirma lo que se viene informando en este portal: nuestro país tiene más de siete millones de hectáreas (ha) con potencial agrícola. De ellas, en más de cuatro millones de hectáreas se desarrollan los diversos proyectos agrícolas en el Perú. Sin embargo, vale precisar que de esos cuatro millones solo 250,000 hectáreas están dedicadas a la agroexportación, con alta intensidad de capital y tecnologías. El 95% de las tierras sembradas corresponden a minifundios; es decir, a pequeñas parcelas conducidas por más de 2.2 millones de campesinos.

Este nuevo Atlas presenta cifras reveladoras sobre el campo, la agricultura de subsistencia y la composición de los productores. Según el documento, en La Libertad existen más de 528,000 hectáreas dedicadas a la agricultura, pero el 71% se destina a la agricultura de subsistencia y solo el 5% a la agricultura de exportación (el otro 24% corresponde a la agricultura en proceso de consolidación o que recién están cambiando de sembríos). Asimismo, el 98% de los productores se dedica a la agricultura familiar, en tanto que el 2% a agricultura no familiar (o a la exportación).

Un detalle importante: según los cálculos de este informe, el 5% de la agricultura consolidada o anclada en la exportación representa más de S/ 3,000 millones del valor bruto de producción anual. Si con solo 5% de agricultura consolidada o para la exportación La Libertad puede generar semejantes divisas, ¿cómo serían las cosas si se moderniza toda la superficie agrícola regional?

Igualmente, en Ica se emplazan más de 523,000 hectáreas dedicadas a la agricultura. El 50% de estas tierras corresponde a agricultura de subsistencia, y la agricultura consolidada representa el 12% del total de has. Pues bien, como en el caso de La Libertad, este 12% de agricultura consolidada genera de manera anual alrededor de S/ 1,870 millones. El resto es subsistencia, pobreza o agricultura familiar.

Las cifras no mienten. Una vez más se evidencia que no existe ninguna nueva concentración de tierras en el campo. Y que, por el contrario, lo que se necesita es acabar con el minifundio, que solo genera pobreza.

Si el ministro de Economía, Pedro Francke, y el Gobierno de Castillo y Perú Libre quieren realmente una revolución en el agro es necesario derogar la actual ley de agroexportación que el Congreso anterior promulgó y retornar a la antigua Ley de Promoción Agraria (del año 2000), que permitió el regreso del capital al campo y desató el milagro agroexportador peruano , que generó miles de puestos laborales, una nueva clase media rural y más de US$ 7,000 millones en exportaciones anuales.