¿”Reforma agraria” sin agroexportación? ¡Locura!

El presidente Castillo y el ministro de Agricultura, Víctor Maita, lanzaron hoy, en el Cusco,la llamada “segunda reforma agraria” sin precisar cuál es el papel de la agroexportación en este proceso. A nuestro entender, si no se precisa el papel de este sector no existe propuesta para la agricultura, excepto la posibilidad de reeditar el fracaso de la “primera reforma agraria” del velasquismo, que solo produjo pobreza, miseria y despoblamiento del campo.

El sector agroexportador moderno del Perú emergió con la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360) –derogada absurdamente por el anterior Congreso– que estableció un régimen tributario promocional y un régimen laboral flexible. Durante las últimas dos décadas, bajo el marco de esta norma, se captaron US$ 20,000 millones en inversiones agroexportadoras (un tercio de las mineras) y las exportaciones se incrementaron de US$ 850 millones a más de US$ 7,000 millones. Nuestra cartera de exportaciones se diversificó a más de 600 variedades de frutas y hortalizas y se generaron más de un millón de empleos.

En zonas agroexportadoras como Ica, la creación de casi pleno empleo arrinconó a la pobreza de más del 40% de la población a menos del 10% y en las regiones agrícolas modernas se crearon clusters de servicios al sector y miles de empleos indirectos. El milagro agroexportador peruano, igualmente, no se explicaría sin los 22 tratados de libre comercio que posibilitaron enviar productos a casi todos los continentes.

Pero eso no es todo. El modelo agroexportador promovió la creación de miles de pequeñas empresas y medianas (pymes). De un total de 13,285 unidades agroexportadoras, una suma de 10,149 empresas desarrollan sus actividades en menos de cinco hectáreas.

Planteadas las cosas así, es incuestionable que no hay transformación del agro sin el concurso del sector agroexportador. Y si consideramos que se pretende excluir al sector agroexportador del grupo de trabajo de la Segunda Reforma Agraria del Minagri, ¿acaso el Ejecutivo está hablando de nuevas expropiaciones? Se trataría de una verdadera locura: las agroexportaciones se desarrollan solo en el 5% de las tierras dedicadas a la agricultura.

El 95% restante de las tierras agrícolas están conducidas por 2.2 millones de minifundistas; es decir, los directos beneficiarios de la primera reforma agraria velasquista. El problema es que los parceleros desarrollan una agricultura de pobreza y subsistencia. El motivo: siguen sin derechos de propiedad, sin crédito y sin mercados internacionales.

Los más de 2.2 millones de minifundistas, entonces, para salir de la pobreza necesitan contar con los mismos derechos y beneficios que el reducido sector agroexportador. El Estado no lo permite hasta hoy. ¿Cuáles son esos beneficios? 

En primer lugar, derechos de propiedad para fomentar la asociatividad y acceder a diversas formas de crédito. Titular los predios agrarios permitirá que los minifundistas formen pequeñas empresas, celebren contratos, capten inversiones y accedan a financiamiento. En segundo lugar, el Estado debe ser capaz de solucionar los problemas de infraestructura (agua) de la agricultura y proveer información adecuada sobre los mercados nacionales e internacionales de productos. Y, en tercer lugar, el Congreso debe restablecer la vigencia plena de la Ley de Promoción Agraria, absurdamente derogada por el pasado Congreso y la administración Sagasti.

Es imposible imaginar la llamada “segunda reforma agraria” sin todas las condiciones que han creado el milagro agroexportador peruano. La primera reforma agraria del velascato también fomentó la asociatividad, pero sin inversión privada ni mercados garantizados por los 22 tratados de libre comercio. Medio siglo después “los beneficiados por el velascato” siguen en la pobreza de siglos pasados, y algunos quieren expropiar las pocas tierras del milagro agroexportador. Insania total.