“Reforma agraria” sin agroexportación, ¡aumentará pobreza rural!

La propuesta de  “segunda reforma agraria” del Ejecutivo, con exclusión de la agroexportación, condena a los 2.2 millones de minifundistas, que conducen el 95% de las tierras agrícolas, a continuar desarrollando actividades de subsistencia y permanecer en la pobreza. Sin derechos de propiedad los minifundistas no acceden al crédito ni pueden asociarse con los inversionistas. Sin infraestructura (agua y carreteras) igualmente es imposible elevar la productividad. En este escenario, imaginar que los minifundistas pueden formar parte de las cadenas agroexportadoras es imposible.

No obstante que la agroexportación se desarrolla solo en el 5% de las tierras dedicadas a la agricultura (alrededor de 250,000 hectáreas) ha desencadenado un milagro agroexportador que sorprende al mundo. En dos décadas las agroexportaciones aumentaron de US$ 850 millones a más de US$ 7,000 millones, se captaron más de US$ 20,000 millones en inversiones, se contrató a más de un millón de trabajadores formales y en las zonas agroexportadoras la pobreza se redujo más que en otras áreas del país.

Hablar de reforma agraria excluyendo al sector agroexportador, entonces, es negarle a los 2.2 millones de minifundistas los beneficios que la Constitución, la derogada Ley de Promoción Agraria –que rigió dos décadas– y los 22 tratados de libre comercio (mercados de consumidores de más de 5,500 millones de personas) han generado en la agroexportación. Una verdadera locura. Un dato relevante: de un total de más de 13 mil empresas dedicadas a la agroexportación, más del 80% corresponde a las pymes rurales. La agroexportación entonces es pro minifundio.

Pero eso no es todo. La propuesta de reforma agraria con exclusión de la agroexportación también es el camino directo para aumentar la pobreza rural. ¿Por qué? Acabamos de informar que en el proyecto Majes Siguas II, por ejemplo, se comienzan a entregar tierras para perpetuar el minifundio y seguir desarrollando agricultura de subsistencia,

Majes Siguas II considera la entrega de predios de 300 a 500 hectáreas para crear economías de escala en el agro y convocar capitales y tecnologías con objeto de replicar los éxitos de la agroexportación en Piura y en el norte del país. Sin embargo, se acaba de conocer que la Asociación Agroindustrial Pampas Bayas ha recibido 2,500 hectáreas que pertenecen a Majes Siguas II. Igualmente, la Asociación de Productores Sol Radiante de Majes se ha beneficiado con 241 hectáreas.

Todas estas hectáreas entregadas replicarán el minifundio y solo servirán para el beneficio de los tradicionales traficantes de tierras. Los errores de Majes Siguas I (minifundio y agricultura de subsistencia) persisten. Los cambios de los objetivos de Majes Siguas II suceden bajo el paraguas ideológico de la llamada “segunda reforma agraria”. 

En este contexto, vale preguntarse, ¿qué sucederá con las nuevas tierras que los proyectos hídricos le ganan al desierto? ¿Se destinarán a la agricultura de subsistencia o a crear locomotoras de crecimiento y exportación que jalen los vagones de 2.2 millones de minifundistas en pobreza?

Diversos estudios señalan que nueve proyectos hídricos podrían sumar alrededor de 400,000 nuevas hectáreas ganadas al desierto y que, en la práctica, posibilitarían incrementar en 200% las tierras dedicadas a la agroexportación.

Hoy el milagro agroexportador solo se desarrolla en cerca de 250,000 hectáreas. Si agregamos 400,000 nuevas hectáreas, ¿cuánta riqueza se crearía, en cuánto aumentarían los ingresos fiscales con el incremento explosivo de las agroexportaciones, cuánta pobreza se reduciría y cuántos empleos formales se crearían? 

Por todas estas consideraciones la plantear una reforma agraria sin agroexportaciones es proponer que la pobreza aumente en el agro.