¡Mercantilismo de la leche sin anestesia!

Un congresista fujimorista ha presentado un proyecto de ley que establece que solo podrá usarse el término “leche” en los productos elaborados con leche cruda. De aprobarse esta norma ya no se podrá utilizar la leche en polvo y otros insumos hechos en base de grasa de leche para enriquecer la producción nacional de leche fresca. Es decir, la tradicional lata de leche evaporada que los peruanos hemos consumido por décadas será historia.

Pero eso no es todo. Según el mencionado proyecto ya no será posible acopiar el 60% de la producción de leche fresca de los pequeños productores de las cuencas de provincia que, por las condiciones de su producción, requiere recombinarse con leche en polvo y otros insumos para estandarizar su calidad.

¿Por qué se presenta una iniciativa de este tipo? La respuesta es simple: un grupo de ganaderos grandes no quiere competencia, quiere un mercado regulado y, entonces, inventan una historia al margen de los criterios mundiales sobre el tratamiento de la leche que establece el Codex Alimentarius de las Naciones Unidas, que ha sido ratificado por 188 países. Para entender las cosas solo habría que decir que el congresista que presentó el polémico proyecto sobre la leche es ganadero. En otras palabras el hombre quiere una ley vinculada a sus actividades empresariales, y en ese camino utiliza al Congreso. ¿El fujimorismo como bancada está comprometido en este tipo de iniciativas? ¿Acaso el movimiento naranja no es el movimiento que defiende las reformas económicas de los noventa? Se necesitan precisiones.

El mencionado proyecto, entonces, es puro mercantilismo y está contra de la Constitución, las leyes nacionales y los tratados de libre comercio firmados por el Perú. ¿Por qué? En el fondo su objetivo es establecer una prohibición de facto al uso industrial de leche en polvo y sancionar un proteccionismo para un grupo de ganaderos que —al igual que la izquierda latinoamericana mangonea la Corte IDH para sus objetivos— pretende aprobar leyes vinculadas a sus negocios.

Considerando que la producción de leche fresca solo abastece el 70% de la demanda nacional y que el 30% restante se atiende con leche en polvo importada, un estudio de Macroconsult ha establecido que sin la leche deshidratada los precios al consumidor de un tarro de leche, por ejemplo, se elevarían en 36%.

¿Qué hay detrás de esta embestida contra la industria láctea? Porque se trata de una incuestionable embestida: si los precios se encarecen, inevitablemente la industria nacional perderá competitividad por la acción de otros peruanos. En ese instante la industria láctea de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda considerará que ha llegado su hora y enviará a sus ejércitos a capturar los mercados nacionales. En ese instante, ¿qué actitud asumirán quienes defienden este proyecto? Presentarán un proyecto para cancelar los acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá? ¿Necesitarán acaso ayuda venezolana? No habría otra manera de impedir el ingreso de productos extranjeros ante la pérdida de competitividad de la industria láctea. Si eso ahora no sucede es porque la industria peruana es una de las más competitivas del planeta. ¿0 acaso solo se está usando el Congreso para intentar quebrar la industria y favorecer a eventuales compradores?

El problema de una iniciativa mercantilista es que apenas se pone en movimiento, en el acto, desata una cadena de mercantilismos. Y de esa manera, poco a poco, se acaba con los fundamentos económicos de la economía de mercado, que nos ha permitido reducir la pobreza —del 60% de la población a solo 20%— y expandir a las clases medias y el bienestar. En todo caso, el antisistema no necesita ganar elecciones para avanzar.