Más redes viales y mayor competitividad

Según el Plan Nacional de Infraestructura 2016-2025, publicado en el 2015 por la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN), existe en el Perú una brecha de infraestructura de mediano y largo plazo en carreteras de US$ 31,850 millones. Imagínese usted cuáles serían los resultados de nuestra producción agroindustrial y de nuestras exportaciones si esa brecha fuera la principal preocupación tanto del Gobierno como de los gobiernos locales y regionales.

Si se destrabará toda la llamada tramitología, el resultado no sería otro que el aprovechamiento de diversos caminos de penetración para que un mayor número de pequeños y medianos productores, campesinos de la sierra y la selva, logren sacar sus productos hacia los mercados locales y, ¿por qué no?, hacia los puertos más cercanos para ser exportados. Y es que el buen desempeño de toda economía abierta está vinculado muy estrechamente a la calidad de la infraestructura que ofrece el Estado a sus pobladores y a los sectores productivos del país.

Para resolver la brecha de infraestructura arriba mencionada existe un plan de inversiones elaborado por AFIN que en redes viales se estima que llegaría a US$ 9,613 millones en el periodo 2016-2025. Inversiones que están siendo afectadas seriamente por el caso de corrupción Lava Jato, porque algunos proyectos son actualmente investigados debido a sospechas de que hubo coimas en el proceso de aprobación y que los costos fueron sobredimensionados. Además, por el fenómeno de El Niño costero, ocurrido el verano pasado, la principal prioridad del Gobierno en materia de infraestructura para el presente año es la Reconstrucción con Cambios que se viene ejecutando muy lentamente, y no a la velocidad que la emergencia exige.

Una buena idea para mejorar la economía, por ejemplo, de los pobladores de la sierra y de la selva es hacer que los campos puedan ofrecer lo suyo y que en ese círculo virtuoso productivo, las redes viales se encuentren a total disponibilidad. El Banco Mundial (BM) sostiene que el “acceso a una infraestructura de calidad constituye una de las principales medidas que fomentan la disminución de la vulnerabilidad de los pobres e incrementan el acceso a oportunidades”. Entonces, salir de la pobreza no es una cuestión que tome unas semanas o unos meses. Los programas sociales no ayudan a salir de la pobreza, los picos altos de algún emprendimiento económico tampoco. Para salir de la pobreza y para generar empleo pleno de manera sostenible se necesita que el Plan Nacional de Infraestructura 2016-2025, elaborado por AFIN, sea asumido con la mayor atención por las autoridades.

De acuerdo al Global Competitiveness Report 2015-2016, del World Economic Forum, entre 16 países latinoamericanos evaluados, el Perú se ubica en el puesto 11 en el Indicador Internacional de Calidad de la Infraestructura; muy por debajo de Chile y México, y delante de Paraguay, Haití y tres países más. El reporte indica claramente que la desventaja que afecta grandemente a todo tipo de emprendimiento local es la actual infraestructura inadecuada y lo insuficiente de las vías férreas, aeropuertos, puertos, electricidad, agua potable y saneamiento. Si contáramos con esa infraestructura llegaríamos al 2021 con otro rostro.

En efecto, el “Plan Bicentenario: el Perú hacia el 2021” considera a la economía, la competitividad, el empleo y el desarrollo de infraestructura dentro de un ambicioso plan para alcanzar un ingreso per cápita nacional entre US$ 8,000 y US$ 10,000. Si el ruido político continúa y se acentúa por los procesos electorales del 2018 y 2021, los planes de AFIN y del Bicentenario se quedarán en eso: planes y nada más.