Las minorías siguen bloqueando producción de MMG-Las Bambas

Los 400 kilómetros de la carretera del corredor vial del sur –en donde se emplazan las minas que producen más del 50% del cobre nacional– se ha convertido en una zona de guerra política en la que diversos sectores libran sus batallas particulares. MMG-Las Bambas, una de las diez minas más grandes del planeta, es una de las más afectadas en cuanto a producción, no obstante que el precio de la libra del cobre sobrepasa los US$ 4.50; y no obstante también que los bloqueos y demandas provienen de una región diferente, no de aquella en donde se desarrolla la operación minera.

En efecto, MMG-Las Bambas se emplaza en la región Apurímac. Sin embargo, los bloqueos en la carretera –que acumulan más de un año perdido sin producción– provienen principalmente de las comunidades de Chumbivilcas y Espinar en el Cusco. El corredor vial del sur se extiende desde Apurímac y pasa por el Cusco –a través de Chumbivilcas y Espinar– para llegar al puerto de Matarani. Semejante estado de cosas revela el desgobierno nacional de la administración Castillo, incapaz de establecer el Estado de emergencia y recuperar el imperio de la Constitución y la ley frente a las minorías radicales.

Al respecto se acaba de conocer que pobladores de la comunidad de Urinsaya –en el distrito de Coporaque, en Espinar– también han bloqueado la carretera. Unos días antes, pobladores de Ccapamacarca, en Chumbivilcas, bloquearon la vía de tránsito; y luego algunos pobladores de Challhuacho hicieron lo mismo. 

Vale destacar que el Ejecutivo no solo ha abandonado el principio de autoridad en la zona, sino que, de una u otra manera, ha alentado y promovido la acción de estas minorías radicales. ¿Por qué? Basta analizar las demandas de los sectores de Chumbivilcas y Espinar: exigen ser considerados como parte de la zona de influencia directa y proponen contratos de servicios (sobre todo de transportes) en base a la extorsión. 

Cuando Guido Bellido ejercía la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), visitó el área de Chumbivilcas y se comprometió a tramitar la solicitud de que las comunidades de esta provincia formen parte de la zona de influencia directa de MMG-Las Bambas. La mayoría de estas comunidades están a más de 200 kilómetros de la operación minera, ¿cómo, entonces, pueden exigir formar parte de la zona de influencia directa de la mina? ¿Acaso MMG-Las Bambas es el Estado nacional?

Ante el Far West en que se ha convertido el corredor vial del sur –es decir, sin autoridad y sin ley–, el gobierno regional y las organizaciones empresariales y sociales de Apurímac han comenzado a proponer construir una carretera desde esa región hasta la costa, sin pasar por el Cusco. Sin embargo, semejante iniciativa tomará tiempo. En este contexto, algunos sectores de Apurímac comienzan a proponer diversas acciones para enfrentar los bloqueos.

En otras palabras, ante el desgobierno nacional y el abandono de la autoridad, no se puede descartar el enfrentamiento social entre dos regiones. Y es que la desesperación de los apurimeños está plenamente justificada. Con cada día de bloqueos el Perú y Apurímac pierden alrededor de US$ 9 millones. Según el informe “Impacto económico y social de Las Bambas” de Macroconsult, MMG-Las Bambas representa el 75% del PBI de Apurímac, el 9% del PBI minero y el 1% del PBI nacional. 

Pero eso no es todo. Según el mencionado informe, antes de la operación minera los 84 distritos de la región tenían índices de pobreza por encima del 60% de la población. Luego de que MMG-Las Bambas comenzara a operar, la pobreza descendió por debajo del 40% de la población. Si la mina genera 8,000 empleos directos y 75,000 indirectos, ¿cómo así los apurimeños no van a entrar en desesperación y proponerse la defensa social de MMG-Las Bambas?