Las izquierdas anticapitalistas contra la minería y las agroexportaciones

Cada vez es más evidente quiénes son los enemigos del desarrollo y de los pobres en el Perú. Es incuestionable que el proyecto de las izquierdas (ya sea en su versión comunista, neocomunista o progresista) busca aumentar la pobreza para desatar la desesperación en la sociedad y posibilitar que el discurso demagógico y populista tenga viabilidad en el país.

Es hora de hablar con absoluta claridad, sin las medias tintas con que algunos sectores del centro derecha analizan los problemas. Por ejemplo, ¿quién es responsable de que el Perú no crezca sobre el 6% en promedio anual en los últimos años, que la pobreza se haya incrementado del 20% de la población –antes de la pandemia y del gobierno de Castillo– a cerca del 30% de la actualidad? La respuesta es una sola: las izquierdas anticapitalistas. Si Conga y los proyectos de las minas de Cajamarca estuviesen en operaciones el Perú estaría produciendo un millón de toneladas métricas de cobre más, crecería sobre el 6% en promedio y la pobreza habría descendido debajo del 15%. Si el proyecto Tía María estuviese en operaciones todas las compañías mineras del planeta estarían disputándose los yacimientos nacionales.

Si Conga y Tía María no están en ejecución es por exclusiva responsabilidad de las oenegés de izquierda y del ecologismo radical que inventaron leyendas y mentiras sobre una supuesta defensa de los recursos hídricos frente al avance de la minería moderna. Analizando la cantidad de pobres que producen las izquierdas estamos ante un verdadero crimen social.

Igualmente, la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360) ha detenido nuevas inversiones para seguir expandiendo el milagro agroexportador del Perú. Lo más negativo de la derogatoria: la eliminación de la flexibilidad laboral en los contratos de trabajo. Si bien las agroexportaciones seguirán creciendo este año (porque se sobrepasarán los US$ 10,000 millones en envíos), los resultados positivos se explican por la inercia de las inversiones anteriores. No hay nuevos emprendimientos y, de una u otra manera, el crecimiento del empleo formal agrario se estancará, no obstante que actualmente se logra generar más de un millón de empleos formales, entre directos e indirectos. Y, al igual que en la minería, la proliferación de oenegés de la izquierda anticapitalista en el sector agrario ha comenzado. Los rivales comerciales de las agroexportaciones nacionales han comenzado a financiar a las izquierdas anticapitalistas y antinacionales. 

No hay la menor duda, pues, de que las izquierdas anticapitalistas, las fuerzas antisistema, se han convertido en los principales enemigos de los pobres y del Perú. Para favorecer a los competidores mundiales de nuestro país, sobre todo en minería y en agroexportaciones, las izquierdas echan mano de las fábulas y leyendas del ecologismo radical y las teorías de “la explotación de los trabajadores por parte de los empresarios chupasangres”. Ninguna de las mentiras que propalan, ya sea sobre las lagunas en Cajamarca y las amenazas al río Tambo en Arequipa o la explotación de los trabajadores agrarios tienen algún asidero en la realidad. Ninguno.

Dos columnas centrales del modelo económico, la minería y las agroexportaciones, están bajo ataque por las izquierdas anticapitalistas, financiadas por algunos sectores del mundo desarrollado que no quieren la revolución industrial en el país, que no aceptan la competencia de la minería, la industria y la producción nacional. 

Sin embargo, lo más grave, lo más aterrador en la estrategia de las izquierdas y las oenegés anticapitalistas, es que se convierten en el combustible de la pobreza en el país. La naturaleza totalitaria del anticapitalismo se desnuda cuando el aumento de la pobreza en la sociedad se convierte en una variable más de una estrategia de poder.