Insistir en Tía María en Arequipa

Más allá de los 470 días de paralizaciones que acumula MMG-Las Bambas en Apurímac por bloqueos de los radicales antimineros en provincias del Cusco, y más allá también de los problemas que enfrentó Cuajone en Moquegua, y al margen igualmente de las tendencias antimineras en el Ejecutivo, vale recordar que el Perú es el segundo productor mundial de cobre y con una increíble cartera de proyectos. Uno de ellos es Tía María en Arequipa.

Con una inversión de US$ 2,000 millones, el proyecto minero Tía María –ubicado en el desierto La Joya, en la provincia de Islay–, sin lugar a dudas será uno de los principales motores de la economía arequipeña, pues le generará regalías por US$ 130 millones, potenciará las actividades del Corredor Minero del Sur, generará 8,000 empleos y hasta podría contribuir a la construcción de un megapuerto minero en la región.

Como se sabe, este proyecto minero cuenta desde hace bastante tiempo con todas las autorizaciones del Estado, incluso con la llamada “licencia social”, por lo que no hay ningún impedimento para que inicie su etapa de construcción. Sin embargo, el Gobierno Regional de Arequipa aún no se compromete a sacar adelante el proyecto al lado de la empresa concesionaria, Southern Perú. 

A diferencia de la mayoría de proyectos de la región, Tía María está ubicado en un desierto, al nivel del mar. Eso hace que no le sean aplicables los tradicionales reparos de los antimineros a otros proyectos de la región; como el de estar en una de las mal llamadas “cabeceras de cuenca” (es decir, a más de 3,000 m.s.n.m.) ni estar cerca de zonas dedicadas a la agricultura. Además, la mina está de alguna manera “confinada” naturalmente, rodeada de un entorno de rocas, impermeables. Y por su cercanía al mar, el proyecto no usará una sola gota de agua del sistema hídrico del sur: la minera construirá una planta desalinizadora para usar agua de mar en sus operaciones. De hecho, la mayoría de la población de la provincia de Islay ya ha manifestado estar a favor del proyecto minero. Entonces ¿qué alegan los grupos antimineros para impedir el inicio de la construcción? Como suele suceder en estos casos, solo piden mayores contribuciones económicas por parte de la empresa. 

Cabe recordar que la empresa se ha esforzado en crear espacios para el diálogo y generar consensos con la población de la zona de influencia del proyecto. A partir de ese diálogo se ha llegado a acuerdos que la empresa ha cumplido estrictamente. Por ejemplo, a inicios de marzo entregó el “capital semilla” para ejecutar 30 proyectos productivos o sociales en los distritos de Cocachacra, Deán Valdivia, Punta de Bombón, Mejía, Mollendo y Matarani. Entre estos proyectos hay iniciativas comunitarias como “Agua limpia para una vida sana y sin covid-19”, “Fortalecimiento de la promoción turística”, “Industrialización de la miel” y “Mejoramiento de local Casa del Pescador”.

Pero acaso la mayor contribución de Tía María sería la de cambiar radicalmente la imagen que muchos tienen de la minería, basada en las malas prácticas de la que podríamos calificar como “minería antigua”. Tía María más bien demostraría que es posible una “minería moderna”, respetuosa con el medio ambiente y que beneficia ampliamente a las personas que viven en su zona de influencia; no solo brindándoles trabajo, sino también generando sinergias empresariales. Se rompería la visión rentista y la precariedad reinantes en la zona, en la que ya están operando numerosos mineros informales, que sí causan una gran contaminación ambiental. Y son ellos los principales beneficiados con la postergación del inicio de la construcción del proyecto minero.

Sabemos que es muy difícil que durante el Gobierno de Pedro Castillo y Perú Libre, una administración abiertamente antiminera, se llegue a dar luz verde a Tía María. Pero esperamos que al menos en este punto el Gobierno piense en los más pobres, aquellos a los que suele invocar tan reiteradamente, y permita que este proyecto se concrete.