Cambio de ministros para afirmar el modelo económico. ¡Ojalá!

El Gobierno de Dina Boluarte acaba de presentar un Gabinete remozado con cambios en cuatro ministerios. José Arista asumió el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en reemplazo de Alex Contreras; Rómulo Mucho se encargará del Ministerio de Energía y Minas (Minem) en reemplazo de Óscar Vera; Walter Astudillo asumió el despacho de Defensa en vez Jorge Chávez Cresta, y Juan Carlos Castro reemplazará a Albina Ruiz en el sector Ambiente.

Una primera mirada a los cambios del Gabinete parecería indicarnos que ellos están vinculados a la recesión que sacudió la economía el año pasado, al incumplimiento de las metas de reducción de fiscal y al intenso debate si se mantiene Petroperú, una empresa quebrada, con reflotamientos estériles que desangran al fisco nacional. Los demás cambios, si bien importantes, no parecen tener la trascendencia –en el sentido de un cambio de timón– que subyace a los relevos en el MEF y el Minem.

El exministro Alex Contreras abandona el cargo con dos pasivos que saltan al primer golpe de vista: la recesión de la economía por la caída de la inversión privada por dos años sucesivos y un déficit fiscal acumulado de 2.8% del PBI, no obstante que la proyección de reducción era de 2.4%. Salvando las excepciones de la pandemia, en tres décadas el país nunca había incumplido las metas fiscales. De pronto todas las alarmas se dispararon y en la calificadora Moody’s se dejó entrever que si el 2024 el país no cumplía la proyección de reducir el déficit en 2% del PBI se revisarían los grados de inversión alcanzados por el Perú, que costaron a todos los peruanos tres décadas, un ajuste brutal y dolorosas reformas económicas.

En una economía como la peruana, con 30 años de disciplina fiscal, crecimiento de la inversión privada y permanente reducción de pobreza, ¿Alex Contreras podía seguir al frente de Economía? De ninguna manera, a menos que estuviese en ejecución el programa de gobierno de Pedro Castillo y Perú Libre.

Por otro lado, el ex titular del Minem Óscar Vera, se había convertido en el ideólogo de la nacionalización de la política petrolera. Hasta el 2022 el Estado había sumado US$ 2,500 millones en reflotamientos de Petroperú. Es decir, alrededor del 1% del PBI. Antes del relevo de los ministros se proyectaba otro rescate empresarial de Petroperú que sobrepasaba los US$ 3,500 millones. A esta cifra, igualmente, se debe sumar los US$ 8,000 millones acumulados en deuda por la modernización de la refinería de Talara. En otras palabras, Petroperú, una empresa quebrada, se había convertido en una verdadera bomba nuclear en contra de la estabilidad fiscal. De alguna manera los fantasmas del déficit, la inflación que se convirtió en hiperinflación, parecían regresar al país.

En este contexto, ¿acaso era viable que Vera permaneciese en el Gabinete? Tampoco parece posible, a menos que se ignore el régimen económico de la Constitución y el rol subsidiario del Estado y se ejecute el programa de nacionalización de los recursos naturales de Perú Libre.

Planteadas las cosas así, entonces, los relevos en el MEF y Energía y Minas parecen orientados a recuperar la disciplina fiscal y a detener la sangría de recursos fiscales de parte de Petroperú. Estamos, pues, ante una posible buena noticia para el país y la economía nacional. De alguna manera, el Ejecutivo parecería abandonar la política bifronte en que, supuestamente, se defendía la economía de mercado, mientras se nacionalizaba la política petrolera (incluso con adjudicaciones directas a Petroperú, de concesiones) a pesar de la caída de la inversión privada. Esa política bifronte era el camino directo al fracaso.

Ahora bien, si los cambios ministeriales se han hecho para bajar presiones y aminorar críticas mientras se continúa reflotando irresponsablemente a Petroperú, el Ejecutivo estaría entrando a un callejón sin salida.