Boluarte firma tratado que pone en peligro soberanía del mar

Durante la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, la presidente Dina Boluarte suscribió oficialmente el llamado Tratado de Alta Mar o el Tratado de Biodiversidad Biológica en Aguas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus siglas en inglés). La conferencia en la que la jefa de Estado firmó el tratado se realizó en Niza (Francia). Si bien el mencionado tratado debe ser ratificado en el Congreso llama poderosamente la atención que la Cancillería y el Ejecutivo hayan mantenido bajo perfil o no hayan promovido el debate sobre el asunto cuando, al parecer, la decisión de firmar el mencionado ya estaba tomada.

El mencionado tratado promovido abiertamente por las oenegés ambientalistas que suelen organizar relatos y narrativas en contra de la industria pesquera nacional –una de las más pulcras del planeta en la preservación de la biomasa marina– pretende preservar la biodiversidad y la fauna marina fuera de las jurisdicciones nacionales conocidas como alta mar.

Si bien la Cancillería y algunos especialistas han sostenido que la firma del Tratado de Alta Mar no compromete la soberanía dentro de las 200 millas marítimas en el Perú ya conocemos la acción de las oenegés en contra de la industria pesquera nacional, que desarrollan campañas sostenidas de desinformación y que, incluso, han logrado promover una normatividad que ha restado enorme productividad a la industria nacional. Por ejemplo, antes del gobierno de Ollanta Humala la industria pesquera podía pescar desde la milla 3; sin embargo, mediante una serie de leyendas y mentiras se sostuvo que la biomasa de la anchoveta estaba en peligro. Entonces, en nombre de la preservación de la pesca de consumo humano y la preservación de la biomasa marina se estableció la pesca industrial a partir de la milla 5.

¿Cuál fue el resultado de las campañas y narrativas de las oenegés? Hoy los peces de consumo humano dentro de la milla 5 han sido depredados. Por ejemplo, casi no hay chita, lisa, lenguado, toyo, ojo de uva y corvina y otras especies conocidas. Y por otro lado, solo se ha restado productividad a la industria pesquera nacional. De acuerdo a los reportes anuales del Instituto del Mar Peruano (Imarpe) la biomasa de anchoveta se mantiene en alrededor de 10 millones de toneladas métricas. Es decir, igual que cuando se pescaba desde la milla 3. La medida, pues, fue exclusivamente para quitarle productividad a la industria pesquera nacional y favorecer a los competidores internacionales del Perú.

En este contexto, ¿cómo se puede monitorear la biodiversidad en alta mar –de acuerdo al tratado firmado por Boluarte– sin interferir dentro de la política pesquera dentro las 200 millas, sobre todo conociendo que las oenegés anti industria pesquera nacional suelen ser financiadas por los competidores internacionales del país.

Cuando se sostiene que la ratificación del tratado abriría espacio a la llamada “inversión azul” y la cooperación técnica y científica en alta mar, ¿a quién se le ocurre que las oenegés de izquierda no armarán relatos para llevar al Perú ante tribunales internacionales por desarrollar una política pesquera autónoma? Por todas estas consideraciones, el Congreso del Perú de ninguna manera debe ratificar esta nueva herramienta del globalismo mundial, del wokismo mundial, dentro de las soberanías nacionales.

Algo más. En los océanos existen ingentes recursos naturales que, contando con tecnologías de punta e inversiones intensivas en capital, pueden preservar la integridad del medio ambiente de los océanos y la flora y la fauna marina. Países desarrollados como Noruega, Japón, Estados Unidos, Canadá y Australia, por ejemplo, cuentan con industrias mineras marinas. ¿A qué vamos? El zócalo continental del país, al parecer, tiene una enorme posibilidad de recursos en hidrocarburos. ¿Alguien cree que con la firma del Tratado de Alta Mar estas industrias serán posibles?

De ninguna manera. Dina Boluarte ha metido un peligroso caballo de Troya en el futuro del Perú con la firma de este tratado que promueve el globalismo ideológico. Rechacemos la propuesta con firmeza.

Por eso en este portal, a pesar de algunos sectores de la derecha empresarial, siempre sostendremos que la guerra cultural lo define todo. Las oenegés han estado en guerra y el caballo de Troya ahora amenaza. A luchar entonces.