Días atrás en el distrito de Haquira –en l...
El próximo miércoles se desarrollará la III Convención Agro-Minera (Agromin-2024) en la que se analizará el desarrollo de la minería y la agricultura en el país, se intercambiarán experiencias y se avanzará a establecer todas las sinergias y colaboraciones que permitan la interacción entre ambos sectores, tal como sucede en todos los países desarrollados.
Este Agromin-2024 adquiere enorme trascendencia si recordamos que las inversiones de la minería moderna en el Perú se han detenido, precisamente, por las narrativas anticapitalistas que construían leyendas y mentiras señalando que el avance de la minería amenazaba a los recursos hídricos destinados para el consumo humano y la agricultura. Bajo esas fábulas se detuvieron los proyectos de cobre Tía María en Arequipa y minas Conga en Cajamarca.
Sin embargo, las cosas son más graves. Bajo esos relatos, sin lugar a dudas, se bloquearon miles de millones de dólares en inversiones –sobre todo en los proyectos mineros del norte– que hoy nos permitirían agregar un millón de toneladas métricas de cobre (TMC) a los 2.5 millones de TMC de la actualidad; e igualmente, nos permitirían crecer sobre el 5% anual y avanzar en reducción de pobreza por debajo del 15% (hoy este flagelo afecta al 30% de la gente). Algunos estudios y proyecciones sostienen que si el Perú no hubiese detenido sus proyectos mineros el país estaría más cerca del desarrollo.
Las narrativas que buscaban enfrentar a la minería moderna con la agricultura solían señalar que las inversiones en recursos naturales iban a afectar el agua destinada al consumo humano y la agricultura. La mentira se difundió no obstante que la minería apenas consume el 2% de los recursos hídricos, y no obstante también que la agricultura emplea el 40% del agua del país. En otras palabras, fábulas insostenibles a pesar de que la agricultura utiliza 80% más de agua que la minería.
Más allá de esos relatos que tanto daño le hicieron al Perú deteniendo el capitalismo y el desarrollo, es incuestionable que la minería –a través de los aportes en renta, canon y regalías– se puede convertir en la columna principal de financiamiento de los proyectos hídricos que resolverían todas las necesidades nacionales para el consumo humano y la agricultura. He allí quizá una de las claves de Agromin-2024.
El Perú es una potencia mundial en agua. Es el octavo país con mayores recursos hídricos y posee el 1.89% de toda el agua dulce del planeta, con más de mil ríos, 12,000 lagunas y las vertientes hídricas del Pacífico, del Atlántico y del Lago Titicaca. Se necesitan inversiones para construir represas y reservorios y cosechar el agua de las lluvias y ríos que, en cerca de un 95%, se pierde en los océanos. Las empresas mineras y sus aportes al fisco nacional podrían convertirse en la clave para la solución de estos problemas.
Por ejemplo, el proyecto de la represa de Chonta, en Cajamarca, permitiría tener agua potable para los distritos de Cajamarca y Baños del Inca hasta el 2039, beneficiando a una población de más de 300,000 habitantes. E igualmente sería clave para elevar la productividad de la agricultura cajamarquina, porque permitiría asegurar el riego para varias cosechas al año. La represa de Chonta está ubicada en la misma zona del llamado cinturón de cobre del norte, que incluye a los proyectos mineros El Galeno, Conga, La Granja, Michiquillay y Cañariaco. Las empresas han propuesto diversos mecanismos para financiar la represa de Cajamarca.
Agromin-2024 necesita ser difundido a nivel nacional y regional para dejar en claro que la solución de los problemas hídricos de las provincias y regiones tiene en la minería moderna un factor de solución y colaboración. La consigna, entonces, debería ser: “a más minería, más agua para el Perú”.
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