A pesar de la recesión, Perú controla la amenaza de la inflación

El 2023 fue uno de los peores años económicos de las últimas dos décadas para el país porque, de una u otra manera, la recesión de la economía del Perú se explica por los errores de los propios peruanos. La elección de Pedro Castillo y su gobierno de año y medio en contra de la Constitución y las leyes nacionales deben contarse entre los peores yerros de nuestra historia republicana. La recesión es hija directa de ese descomunal error de la sociedad. Las malas elecciones, pues, se pagan.

Sin embargo, en medio de las malas noticias económicas, la noticia acerca de que el Perú logró controlar la amenaza inflacionaria es muy positiva, hasta a nivel mundial, pero ha pasado desaparecida por la polarización, la recesión y las tendencias a aumentar la pobreza. En diciembre pasado, según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), la tasa interanual de inflación se ubicó en 3.2% y, de esta manera, se acercó al rango meta establecido por el BCR (entre 1% y 3%) con el objeto de que el país se aproxime a las estadísticas de las economías desarrolladas.

Una tremenda noticia que confirma que el Banco Central de Reserva es uno de los bancos centrales más eficientes y profesionales del planeta, porque ante la amenaza inflacionaria mundial aplicó políticas restrictivas de la expansión de la masa monetaria. Y allí están los resultados.

La inflación es el resultado de una macroeconomía en problemas, de una economía en la que la expansión de la masa monetaria continúa, no obstante que los gastos superan los ingresos. Y como fenómeno es el peor impuesto que se aplica a los más pobres. Según el Banco Mundial, alrededor del 40% de los ingresos en América Latina se destinan a gastos en alimentos y energía. Los países en donde se registran porcentajes mayores de ingresos destinados a estos rubros son Perú, México, Brasil y Paraguay. En el Perú hablar de un 60% de la población extremadamente vulnerable al fenómeno inflacionario no es una exageración.

De allí la importancia de celebrar este enorme logro del BCR y del modelo económico, que han logrado controlar la amenaza inflacionaria. Según diversos organismos multilaterales, la inflación mundial del año pasado se ubicará entre el 5% y 6% interanual. En América Latina las cosas están más complicadas. En pleno proceso de ajuste y reforma del Estado, Argentina culminó el año pasado con la inflación más alta de la región, superando por primera vez la tragedia de Venezuela. La inflación en ambos países se ubica sobre los tres dígitos. En Colombia y Brasil el fenómeno inflacionario interanual se ubicó sobre el 5%.

Todas estas cifras y noticias, pues, resaltan el logro nacional de enfrentar la amenaza inflacionaria. Y nos recuerdan la enorme importancia de seguir preservando la macroeconomía del país, no obstante que la política y el pasado gobierno de Castillo se convirtieron en los peores enemigos del crecimiento, la inversión privada y la reducción de la pobreza.

En este contexto, la crítica a las decisiones del Ejecutivo de seguir lanzando rescates financieros a Petroperú, que amenazan el cumplimiento de las metas del déficit fiscal, se transforman en temas de primer orden. Vale recordar que una de las razones por las cuales el ministro de Economía, Alex Contreras contabilizó las utilidades del Banco de la Nación –a través de un decreto supremo– como parte de los ingresos fiscales fue el desorden que causaron los aportes fiscales a la petrolera estatal. En el 2022 se transfirieron US$ 2,500 millones y en el Gabinete se discute un nuevo aporte de más de US$ 2,000 millones. Si las cosas siguen así las metas del déficit no se cumplirán.

El Perú necesita relanzar el crecimiento. En ese camino, la victoria sobre la inflación es una extraordinaria noticia. Sin embargo, para seguir avanzando se necesita preservar la macroeconomía y, en ese camino, se debe contener los arrestos estatistas alrededor de Petroperú.