Urgen decisivas acciones estratégicas

Al entrar a una nueva fase legal de gestión contra la pandemia en el Perú, se ha fallado al usar la imagen. Y peor aún con el símil de la guerra, porque la realidad no cabía en una hipótesis de guerra externa ni contra una subversión terrorista. Guerra hay cuando se produce un choque violento, armado, de actores con intereses, objetivos y voluntades en conflicto y que actúan también en dominios no militares. La publicitada apelación a la guerra se comprende cuando hay que desarrollar una voluntad general contra algo o alguien, y hay evidencia de que existe una hegemonía cívica nacional y popular. Usualmente sirve para “vigilar y castigar”, y para aplicar la coerción.

Es indiscutible que en nuestra sociedad y Estado se cumple con normas sanitarias para evitar enfermar y morir únicamente mediante persuasión, educación e información. Hay personas y grupos que sin el imperativo de sobrevivencia o clara urgencia, violan normas perfectibles, afectando gravemente el la salud y la vida de los demás y además hay antisociales. 

Hay responsabilidad inocultable tanto al violar reglas de conducta en tiempos de desastre por quienes pueden cumplirlas, como en dar normas defectivas, inaplicables que causan angustia, dolor y daño, en quienes tienen que ser asistidos por el Estado o por la solidaridad social efectiva. Lo peor es que funcionarios estatales y “empresarios” de abajo hacia arriba y viceversa sigan delinquiendo, porque la corrupción y su otra cara, la impunidad, es el peor mal endémico que tenemos.

Prolongar la cuarentena ahorraría vidas si no hubiera peruanos, millones, que no resisten más: la sartén o el fuego. Un amigo refería que "sumando peruanos, más miles de venezolanos, con tres o más personas por habitación, 80% con piso de tierra y 90% sin refrigerador, tendríamos 900,000 hogares más, más de cuatro millones de personas pobres y muy pobres, y otros 10 millones están precarizándose”, en un Perú con más de US$ 60,000 millones de dólares en reservas en el Banco Central. Esos compatriotas hicieron un esfuerzo enorme para guardar la cuarentena pero ya no dan más. No olvidamos los universos provincianos urbanos y rurales. Ergo, ¿es ético y moral culpabilizar a todos estos peruanos por la extensión del mal e incertidumbre sanitaria y económica, mientras hay falencias del sistema de autoridad, viejos y nuevos grupos de privilegio y de poder, así como corruptos e impunes enquistados?

Quitémonos las vendas guerreristas. Pongámonos las de seguridad y desarrollo humano en democracia, aunque suene a lirismo en este período de supremacía con harto dinero fruto de nuestros impuestos y de lo que no se invierte o gasta por inefectividad en las gestiones. Lo central es cómo nos comportamos, tanto los funcionarios del Estado, como los ciudadanos y todos quienes viven en el Perú, desde nuestras zonas de residencia y trabajo. 

Solidaridades recíprocas. No culpabilizar los “informales” porque se mete en un saco a quienes no tienen otra respuesta que salir a la calle, carretera o río para sobrevivir. Además de razón ética y moral, esta mirada de responsabilidad ayuda al enfoque epidemiológico, diagnóstico, pronóstico y medidas de superación. 

En años pasados Estado y sociedad, sobre todo líderes, partidos y grupos de presión, no hemos realizado la tarea de seguridad y desarrollo, en alimentación y nutrición, educación, salud, ley y orden, cultura de paz. Toca entonces actuar lo mejor posible. ¡Nunca el sálvese quien pueda! Cumplir, analizar, criticar y proponer, así como actuar para las autoridades corrijan sus errores, es imperativo racional y ético de todas las personas.

Habemos grupos de ciudadanos profesionales trabajando y proponiendo medidas de estímulos e inversiones para el interior y el área central Lima-Callao, sin ignorar que hay un sistema de descentralización y municipal que destacados especialistas estiman fallido. A escala departamental y municipal casi no hay equipos; hay clubes de la construcción y contratación de asesorías o consultorías…”ya hemos visto desfilar ante la policía, fiscalía y jueces a exitosos gobernadores regionales y eso puede repetirse” porque no hemos cambiado las reglas ni erradicado la impunidad”…”Entre el MEF y el MT y CC hay más de 1000 ingenieros y otros profesionales” con experiencia. Sin sistema central, sectorial y territorial de planificación no se podrá salir adelante y hay que hacer innovaciones que están a la vista de los especialistas. No es mirar atrás o a modelos centralistas de partido único, sino a genuino esquema de economía social de mercado y Estado nacional responsable. 

Vemos desbordamientos populares desde el aislamiento físico riguroso, no social, porque la pandemia continúa en alza y extensión. Sin buena comprensión del proceso del mal (inteligencia histórica, actual y predictiva en desarrollo y seguridad) ¿cómo podemos tener certeza de que las medidas "post" serán apropiadas? Además, sin sistema central, sectorial y territorial de planificación e innovaciones en gestión ¿se logrará metas y rumbo acertados en un régimen genuino de economía social de mercado y Estado nacional responsable? 

Otras fases con más actividad económica conllevan resolver problemas que no están siendo controlados: debacle hospitalaria y ausencia de recursos para nivel de atención primaria, desde familia y comunidad a zonas de atención distrital y provincial. No es solo medicina y aislamiento ni vacuna que tardará, sino saneamiento básico provisional de emergencia para pobladores urbanos y rurales de estratos E, D y C. Finalmente, ¿puede confundirse consenso o decisión nacional concertada con la institución Acuerdo Nacional? Trabajemos como ciudadanos, no como  súbditos de ningún poder. Hagamos análisis y propuestas con respeto.