¡Que Odebrecht no se salga con la suya!

Pese a las gravísimas irregularidades, se suscribió el Acuerdo con Odebrecht, por intermedio de los fiscales del caso y del procurador del Gobierno. Se espera la próxima ratificación judicial. Como lo dicta la arbitrariedad, ha primado la obsesión persecutoria y selectiva contra adversarios políticos. Era menester sacrificar los intereses superiores del Estado y la Nación, entonces. ¡La razonabilidad y el interés común derrotados por la tozudez y el prejuicio cerril!

La defensa del artero documento sostiene que “la lucha anticorrupción y el castigo a las autoridades venales requiere concesiones económicas para la empresa brasileña”. “El asunto no es monetario, sino de justicia”, dicen muy orondos y seguros de su actuación. Tal disyuntiva es un sofisma simplificador. Pero admitamos la buena fe. Que sea sincero doblegarse ante Odebrecht para conocer la verdad y encarcelar a los corruptos. ¡durísimo precio!

Bajo esta hipótesis respaldemos el Acuerdo. Sugerimos la conveniencia de renunciar a la nimia reparación civil (S/ 620 millones en 15 años), para reforzar, más aún la colaboración brasileña. Consecuentemente priorizamos los objetivos anticorrupción. ¡Que no pague nada, pero que la empresa desaparezca de la vida nacional! Ella y sus cómplices criminales, ¡para siempre!

El Perú entero, víctima de estos depredadores, no debe ser humillado permitiendo la manipulación de la contratación estatal, a su antojo. Tampoco que sus contratos leoninos a 30 años o más (IRSA, Rutas de Lima, etc.) continúen perforando al erario nacional, en una sangría inacabable. Si la deplorable negociación con los brasileños nos ha llevado a favorecerlos económicamente para que hablen, ¡correcto! ¡Exonérenlos de reparación alguna, pero fuera del país!. Ya no tendrán pretexto para quedarse y continuar esquilmando nuestra economía por 15 años o más. ¡Lo demanda la dignidad nacional!

Lima, 21 de febrero del 2019