Petroperú: el feudo de la izquierda

Desde el Gobierno de Valentín Paniagua y la liberación de cientos de terroristas, el progresismo ha introducido una historia exculpatoria del terror vivido. Con una sociedad sin memoria ni educación, transformaron muy sutilmente la historia reciente, igualando al agresor con el defensor. Como prueba tenemos el cuento inventado por la pomposa Comisión de la Verdad y Reconciliación.

Las consecuencias de perder esta batalla semántica e ideológica ya las conocemos; la dudosa elección de Castillo, con cinco millones de peruanos votando por él y por su mensaje lleno de odio, envidia, racismo y revanchismo. La lucha de clases como bandera reivindicativa y su pretensión secesionista del territorio nacional. Su vena totalitaria permitió la masificación de la corrupción, detener el crecimiento, copar instituciones y ministerios, empobrecer a la sociedad y la judicialización de la política.

¿Cómo evitar repetir nuestros errores? ¿Cómo comunicar a los más jóvenes lo que verdaderamente significa la izquierda como alternativa de gobierno? ¿Cómo desmantelar su mensaje igualitario, ecológico, progresista y mostrar cuál es su verdadera visión de desarrollo?

Petroperú y Sedapal son el mejor ejemplo que encuentro para explicar lo que significa la médula de la izquierda: el estado como empresario. Por eso la importancia consagrada en la constitución, de asignar el rol subsidiario del estado en la economía. Los caviares y comunistas quieren muchos Petroperú, les tiene sin cuidado que la empresa venga perdiendo US$ 10,000 millones desde el año 2016, ni les importa los US$ 380 millones de pérdida tan sólo en el primer semestre del presente año. Total, por algo pagamos la gasolina más cara de la región.

Los jóvenes pueden ver en la estatal Petroperú un muerto viviente como emblema de la visión que tiene la izquierda peruana de la economía. Apostar por el estatismo luego del fracaso del velasquismo es imperdonable. El gran propósito de la izquierda de querer cambiar la constitución tiene dos objetivos fundamentales: el primero, permitir la reelección presidencial para perpetuarse en el poder; y el segundo, cambiar el rol subsidiario del estado en la economía. Esto les permitiría crear cientos de empresas públicas, expropiar las empresas privadas exitosas con el argumento de ser “estratégicas” y dar paso a la farra y despilfarro de los recursos públicos.

Actualmente Petroperú está solicitando al Gobierno un desembolso de US$ 1,500 millones para cumplir con el pago de deudas. En la refinería de Talara han invertido US$ 7,000 millones para aumentar la capacidad de refinamiento de 65,000 barriles diarios a 95,000. ¿No es más barato importar la gasolina? ¿Dónde están los US$ 4,000 millones extras que hemos pagado? ¡Esa es la izquierda! Los que se arrogan la voz del pueblo, escogieron el despilfarro de Talara en vez de construir con esos recursos unos 2,000 colegios y 2,000 postas médicas. Quedó probado que el “pueblo” no les importa nada, solo lo usan para llegar al poder.

Saquemos a la venta Petro Perú, enclave sindical y caviar; privaticémosla. Asumamos las pérdidas pero paremos el drenaje financiero de esta vergonzosa empresa estatal. ¿Acaso creen que en una subasta internacional podrían vender Talara en US$ 7,000 millones? No creo que nos pagarían ni la tercera parte.

Los jóvenes que no vivieron la utopía comunista pueden ver sus resultados en esta pésima empresa estatal. Lo mismo que Sedapal otro emblema del fracaso de una empresa estatal que aún mantiene sin agua a casi un tercio de la población, Ahí se encuentra el enemigo, la izquierda que es ciega a la data y aspira a ser un Estado empresario, contra quienes creemos que la riqueza la generamos millones de peruanos que aportamos el 80% del ingreso que recauda el Estado. La batalla no es ideológica, es de sentido común.