Cecilia Bákula
En recuerdo de Lucho Repetto: el amigo que partió
Gran promotor de la labor de los museos en el Perú
Cuando teníamos la esperanza de que el tratamiento contra el agresivo y maligno coronavirus diese resultado, llegó la noticia que no queríamos recibir; la confirmación de que Lucho había muerto. Escucharla y luego leerla fue como una daga helada en el corazón, un estremecimiento de impotencia y de dolor. Mucho se ha escrito en estos días sobre la labor que él desarrolló respecto a los museos; casi no tendría yo nada que agregar a ello, pues lo viví directamente. No en vano han sido 38 años de amistad y de trabajar juntos, de verlo en tanto proyecto como fuera posible, de compartir sus sueños en favor de la cultura y, sin duda, también las vivencias amicales, que son las que más honda huella dejan.
Lo conocí a mediados de 1982, cuando necesité de su ayuda en la dirección del Museo del Banco Central de Reserva (hoy Mucen), responsabilidad que yo acababa de asumir. Desde entonces trabajamos mucho, junto con otras tantas personas a las que él logró imprimir un aún mayor amor y sentido de responsabilidad respecto a la cultura del país, a los museos, al patrimonio cultural, al arte popular y a todo lo que significara ese elemento de identidad nacional que debemos seguir creando.
Me parece que puedo verlo llegar a mi casa, al museo, a una reunión; caminando, como yo le decía, con “paso de pato clueco”, siempre apurado, siempre agitado. Siempre con más cosas que hacer que las que realmente era humanamente posible. Y si no tenía esas tareas, se las inventaba para que la vida fuera vivida en cada instante con intensidad y pasión. Él era parte de la familia; mis hijas, Carla y Camila, lo querían mucho. Y como era él imprevisible, podía asomar en cualquier momento o circunstancia, llamar a cualquier hora y lanzar una idea que, por más descabellada que fuera, se podía convertir en realidad.
Si bien su pérdida lacera la amistad, los recuerdos están cargados de alegría. ¿Cómo no recordar los inicios del ICOM en el Perú? Lucho fue y se sentía como el presidente permanente y vitalicio. ¿Cómo no recordar el intento de crear un espacio de acción y aprendizaje para todos los trabajadores de los museos? Quizá esa labor la inició Alfonso Castrillón, quien ha tenido una visión seria y académica de los museos; sin embargo, correspondió a Lucho darle vida a esa asociación. Tiempos en los que nos acompañaba mi entrañable Jackie Daza, compañera de trabajo en el BCR, llena de sueños y cuyo desempeño laboral, infatigable y profesional, hacía eco de las tareas que se iban implementando para dar vida y posicionar al nuevo Museo en el radar de la cultura del país. Ella, junto con Rodolfo Vera, produjeron un incipiente documental que titularon “El museo tras bambalinas”, que se hizo seguramente recogiendo algunas ideas de Lucho, para que se reconociera el valor de quienes, en posiciones de menor visibilidad, permitían el surgimiento cada vez más serio y profesional de la actividad museística.
Editamos con Lucho un primer folleto que se llamó “Inventario de términos museológicos”. Era simple en su presentación, pero potente como esfuerzo para definir los términos y elementos de museografía y museología, que empezaban a tomar cuerpo en el país. Quizá haya sido en la década de 1990, aproximadamente, cuando se tuvo una percepción más moderna del museo, como una entidad en donde el conocimiento del patrimonio cultural que custodia, adquiere una perspectiva lúdica, abierta, inclusiva y variada. En esa propuesta, Lucho era uno de los motores. Luego vinieron los primeros “encuentros de museos”. ¡Cuánta ilusión en todos! Éramos una familia de amantes de los museos, del patrimonio, del Perú y de su historia. Así nos animamos e hice, para uno de esos encuentros, una edición “privada” que se llamó “El patrimonio cultural en sus textos” pues no había publicaciones oficiales sobre el tema. Incluimos en la carátula un dibujo de Fernando Guembes, tremendo artista con el carboncillo. Sin la ayuda de muchos –como Bertha Vargas, Norma Cardich, Ruth Shady y otros– ese impulso que se dio a la vida cultural profunda no hubiera tenido resultado.
Gracias a Lucho conocí a personas maravillosas; y no quiero dejar de mencionar a Denise Pozzi Escot, a quien él me ayudó a convencer para que se hiciera cargo del Santuario de Pachacámac, cuando yo ejercía la Dirección Nacional del Instituto Nacional de Cultura (INC), responsabilidad que ella ostenta con gran éxito y compromiso hasta el día de hoy. Lucho me habló entonces de Soledad Mujica, de quien aprendí el amor, el respeto y la pasión por el arte popular, materia en la que nuestro común amigo era también un gran apasionado y conocedor. Con ella creamos en el INC (¡glorioso INC!) las ferias de Ruraq Maki, espacio de exposición/venta para los artesanos y creadores tradicionales; actividad que ella ha desarrollado aún más y la ha convertido en un espacio indispensable para los artesanos y para los amantes de ese arte ancestral.
¡Cuántos viajes compartidos, cuántas exposiciones realizadas, cuántos sueños hechos realidad! Y hoy los amigos entrañables mutuos nos abrazamos en la distancia, en este tiempo tremendo de dolor, en el que la partida de Lucho se convierte en una herida que no quiere sanar. No hemos podido acompañarlo ni despedirlo, ni cumplir con su deseo de hacer de su velorio una fiesta de amistad y de peruanidad. Te lo debemos, Lucho. Llegará el día en que todos tus amigos bailaremos al ritmo de una potente banda de música, en que los integrantes de Yuyachkani, con tu hermano Miguel Rubio a la cabeza, dancen junto a tus cenizas para honrar tu recuerdo, y brindemos por la vida y tu vida. Allí podremos comprobar que la amistad trasciende las fronteras y los límites de la propia existencia.
¡Cuántas travesuras hemos hecho y cómo cada una afianzó la amistad y el cariño! Pienso en Lili Com y en Mónica Molina, cuyas amistades eran para él invalorables; en Patricia Moyano, querendona al infinito; en Amalia Castelli y el inolvidable viaje a Costa Rica; en Nancy Leigh, sin cuyo compromiso por el cuidado en el transporte y embalaje de nuestro patrimonio material no tendríamos hoy la técnica y expertise que ella ha logrado; en Cuco Morales, a quien conocí en tu casa. En cientos de personas que por diversos motivos estuvimos vinculadas a ti; y que hoy quisiéramos poder revertir los hechos, para saber que aún estás, que seguirás andando con ese paso apuradito y con la vehemencia de querer estar en todo lugar, casi al mismo tiempo
No te vayas de nuestros corazones. Nos cuesta asumir la realidad. Quizá te sentimos solo de viaje; pero la realidad es ella misma, dura, fría, intensa. Quédate, Lucho; quédate en el recuerdo, quédate en proyectos y pleitos, quédate en actividades y sueños. Quédate porque el Presbítero Maestro reclama tu atención, porque el Museo de la Electricidad debe reabrirse, porque Ayacucho te convoca. Quédate porque necesito llamarte y decirte “Hola, Pichi Pichi”. Quédate porque sería bueno seguir conversando, discutiendo y peleando por ser más y mejores; quédate porque gracias a ti la fiesta de los museos en el Perú recién empieza.
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