Gustavo Rodríguez García

El Perú no es un país de plagiarios

El Perú no es un país de plagiarios
Gustavo Rodríguez García
01 de febrero del 2016

La estrategia para relativizar el robo de propiedad intelectual    

Ante la avalancha de evidencias que darían cuenta del plagio atribuible, presuntamente, al candidato Acuña, su estrategia parece presentarse como obvia pero francamente insultante para el electorado. Esta estrategia sería doble. En primer lugar, tratar de transmitir la idea de que el plagio es algo menor que todos hemos hecho alguna vez. Así, la intención de los defensores de Acuña sería contaminarnos a todos… algo así como “todos plagiamos”. Claro, si todos somos trasgresores, no se entendería el sentido de la censura generalizada. Allí donde algunos vemos una falta ética y legal grave, otros ven simplemente hipocresía.

La otra faceta de la estrategia es, en parte, un refinamiento a lo ya expuesto. La idea es recordar que, por ejemplo, el candidato García fue acusado de llamarse doctor sin ostentar dicho grado académico. Poco importa que la discusión sea sustantivamente distinta. La idea, nuevamente, es la generalización de los males y la victimización ante los propios. “Los otros candidatos no son mejores que yo”, diría Acuña. Como todos estarían en el mismo lodo, bajo esa lectura, la presión mediática contra un candidato en particular sería producto del racismo, del agravio al provinciano, del insulto al emergente y cualquier otra cosa que pueda ser empleada para movilizar afectivamente a las masas.

La estrategia de Acuña debe ser puesta de manifiesto, desnudada públicamente y descartada. La retórica del “todos somos plagio” no puede ser apoyada. En primer lugar, no es cierto que todos seamos vivos, que todos nos pasemos la luz roja, que todos nos copiemos en un examen. En segundo término, si así fuera –que no lo es- no todos postulamos a la Presidencia, no todos aspiramos a personificar a la Nación. En este contexto, no todos somos iguales. Los equívocos (o ilícitos, de determinarse así por parte de las autoridades) serían de Acuña y de él solamente.

Los intentos de defensa esgrimidos –que van desde el “que se investigue y punto” hasta “sí están los autores en la bibliografía” como si eso fuera lo mismo que citar fuentes- han resultado patéticos. Hubiera sido más honorable renunciar. En todo caso, hubiera sido más honorable aceptar que se cometió un “error” (aunque no sea simplemente eso) y pedir disculpas. En las redes sociales, “sospechosos” seguidores “espontáneos” ejecutan la campaña denunciada con precisión. Y el candidato se escuda en esa estrategia de la generalización y victimización. Pero es dicha estrategia la que ofende a la población. El pueblo peruano no es una civilización de plagiarios señor Acuña. Muchos peruanos serán de condición humilde pero no por ello son tontos.

Por Gustavo Rodríguez

 
Gustavo Rodríguez García
01 de febrero del 2016

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