Dante Bobadilla

El legado de Vizcarra

Una interminable guerra política promovida por la izquierda

El legado de Vizcarra
Dante Bobadilla
08 de julio del 2020


La política peruana ha caído ya en el terreno de lo psiquiátrico. Hace tiempo dejó de ser el campo de las ideas y los grandes propósitos nacionales a cargo de mentes lúcidas, para convertirse tan solo en el rincón de las riñas sectarias de bandas de pichiruchis sin mayor perspectiva que la de un negocio familiar. Y todo este triste panorama empieza nada menos que en la mismísima Presidencia de la República, donde un personaje sin representatividad pretende imponer sus caprichos cual fundador de la patria.

Vizcarra ha perturbado la política nacional con sus arrebatos autoritarios y sus vínculos con la izquierda. Sus objetivos políticos no son nada santos. Dejó de lado los problemas reales del país para dedicarse a la guerra política, pese a que la combi electoral que lo llevó en su lista se destartaló. Ya no existe el partido ni la bancada, pero él se quedó igual con la presidencia, donde fue apapachado por la izquierda dominante en las esferas del Estado. Vizcarra es una falla, una paradoja política y jurídica que debería ser subsanada constitucionalmente hacia el futuro. Ya no representa a los que votaron por PPK. Cabe luego preguntarse a qué intereses responde y si esto es lícito o –por lo menos– democrático.

La gestión de Vizcarra está signada básicamente por conflictos políticos reñidos con el Estado de derecho. Veamos. Durante el vizcacarrato hemos vivido la más inaudita y artera persecución política. Una auténtica cacería de brujas disfrazada de lucha contra la corrupción. Hemos visto el encarcelamiento arbitrario y reiterado de la principal lideresa de oposición y ex candidata presidencial, la muerte de un ex presidente empujado al suicidio por la persecución, el desmantelamiento de Fuerza Popular con sus líderes presos sin juicio, el amedrentamiento a los empresarios por haber aportado a una campaña política, la destitución de un Fiscal de la Nación luego de una lapidación mediática. Y como si todo esto fuera poco, el cierre del Congreso al caballazo, con los pretextos más burdos y ridículos jamás oídos en la jurisprudencia, avalado luego por un Tribunal Constitucional que fue precisamente el beneficiario directo de dicho golpe. Debemos añadir la salvaje y abusiva eliminación del indulto al anciano ex presidente Fujimori. Toda esta turbulencia política y jurídica, digna de la peor republiqueta, forma parte del legado de Vizcarra.

Para nadie es un secreto que esta guerra política está promovida por la izquierda. Ha sido como la consolidación de sus sueños desde que se instaló la CVR. Vizcarra apadrinó a los encargados de la cacería política y los protegió políticamente sin reparos. Nunca tuvo la decencia de mantener distancia de los fueros de la Fiscalía ni del Congreso. Fue el comandante de la guerra que terminó con la destrucción de toda forma de oposición política y fiscal. Me pregunto ¿de dónde obtiene tanto poder Vizcarra y a quiénes está sirviendo políticamente? 

Vizcarra no es un político sino un politiquero. Hay una gran diferencia. Un político usa el diálogo para lograr consensos. Un politiquero crea conflictos, se erige como el único dueño de la verdad y la moral, señala a los demás como malos, enemigos y corruptos, a quienes se dedica a combatir para ser reconocido como héroe.

Dante Bobadilla
08 de julio del 2020

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