¿Cheque “en blanco” o “no negociable”?

El pasado viernes se otorgó el voto de cuestión de confianza parlamentaria al Gobierno, confirmando la decisión presidencial de composición de su primer gabinete tras casi un mes desde su nombramiento. La votación final se compuso de 73 votos a favor, 50 en contra y cero abstenciones; los números no engañan. Si el Gobierno desea crear las condiciones para una disolución parlamentaria, al día de hoy la oposición carece de votos para la vacancia presidencial.

Es cierto que las sonadas críticas de políticos, periodistas y ciudadanos en las redes sociales, contrarios a otorgar la confianza, se dejaron sentir; sin embargo, a pesar de las comprensibles reacciones tengamos en cuenta que la investidura en el Perú también puede funcionar más cerca de un cheque “no negociable” que uno “en blanco”.

En los parlamentarismos europeos no cabe la investidura si el partido con más escaños no alcanza los votos necesarios para ella, ya sean propios o sumados con otros partidos con los que celebra una alianza durante su mandato. Sin investidura no hay gobierno, a diferencia del modelo peruano donde el gabinete ejerce funciones desde su nombramiento, antes de acudir al Congreso para exponer su política general (artículo 130 CP).

Si dentro de la composición de bancadas que otorgaron la confianza se encuentran agrupaciones con posiciones ideológicas distintas al Ejecutivo, rara será la expedición de un cheque “en blanco” para hacer lo que quiera, llámese pedir facultades legislativas para afectar los intereses que representan o comprometer la soberanía del país para convertirnos en una colonia ideológica. Por eso, el tiempo dirá si la investidura fue producto de una alianza o más bien la decisión de expedir un cheque “no negociable” al gobierno; es decir, con límites, reservas o frenos al ejercicio de las políticas que desean implementar en el futuro. Todavía no lo sabemos. 

Si el Ejecutivo tuviera mayoría propia en el hemiciclo, suficiente para darse su propia investidura, la ausencia de un sólido bloque opositor sería materia de traición y escándalo inmediato. Por eso, cabe esperar si las bancadas que ahora extendieron la confianza acompañarán al gobierno en su programa político de campaña. Por ahora queda expedita la vía de control político por medio de las invitaciones, preguntas e interpelaciones; cada una fiscaliza a los ministros, pero con un grado de tensión política en progresión ascendente (artículos 129 y 131 CP). Los trámites para la exigencia de responsabilidad ministerial serán las señales más fuertes de crispación entre las relaciones ejecutivo-legislativo.

La posibilidad real de censurar o negar confianza al gabinete (artículo 132 CP) que compute para cumplir con las condiciones de una posible y futura disolución del Congreso (artículo 134 CP), será inevitable por tres razones: (1) se trata de un Legislativo fragmentado en nueve bancadas, (2) el Ejecutivo carece de mayoría propia, y (3) su programa de gobierno propicia el “choque de trenes”.

La necesidad de conservar las vidas el mayor tiempo posible, como en Jumanji, parece lo indicado para un Ejecutivo que recién comienza y unos congresistas que recién se conocen (consecuencia de la no reelección inmediata). En estos momentos la frase que debemos tener presente es “por sus votos los conoceréis”, para comprobar si las bancadas que apoyaron con la confianza son fruto de una alianza de verdad o un acto de sobrevivencia para ganar tiempo.