Cateriano contra Cateriano

Sobre el dilema político del nuevo titular de la PCM: confrontar o concertar.                    

Cuando Wilfredo Pedraza señaló que Pedro Cateriano podría ser designado como nuevo jefe de Gabinete, los más cercanos amigos del ahora Presidente del Consejo de Ministros señalaron que era imposible que él aceptara semejante encargo, arguyendo que no se prestaría a un  juego tan riesgoso para la democracia, sobre todo considerando las convicciones democráticas del nuevo jefe del gabinete ministerial. Sin embargo Cateriano ha sido designado reemplazante de Ana Jara.

¿Cateriano puede haber aceptado la designación para continuar  la guerra contra la oposición que lo ha caracterizado como ministro? Sus amigos siguen diciendo que no, pero aquí solo resta ver para creer. Es más, sus vínculos con Mario Vargas Llosa, de una u otra manera, también obligan a determinadas conductas al nombrado como nuevo jefe de Gabinete. ¿Es posible entonces pensar que se viene un nuevo choque entre el Ejecutivo y el Legislativo? Si Cateriano lanza las mismas granadas de siempre todo será de pronóstico reservado y, de pronto, la democracia peruana que ya soporta tres elecciones sin interrupciones y avanza hacia la cuarta se empantanaría en discusiones sobre dos censuras de gabinete y una posible disolución del Congreso.

Sin embargo también existe la posibilidad de que la astucia de la oposición postergue las batallas hasta el próximo 28 de julio, a espera del último año del régimen, tiempo en el cual ya no se puede disolver el Congreso. A partir de esa fecha, ella pasaría a cobrar facturas y sometería a las peores humillaciones a un eventual Cateriano al ataque.

Pero también existe la posibilidad de que los amigos de Cateriano tengan razón y las convicciones democráticas del nuevo Primer Ministro pesen demasiado. Una cosa es ser ministro de Defensa, lanzar tuits envenenados, y dejarse llevar por nuestra propia naturaleza atrabiliaria, y otra diferente es representar a un gobierno democrático, además de ser identificado como alfil de Vargas Llosa. ¿Qué haría un demócrata en esas circunstancias?

En primer lugar, demostrar que una cosa es con guitarra y otra extremadamente diferente con cajón. Una cosa es el Cateriano que competía con Urresti en agresividad contra los líderes opositores y otra el Cateriano que deberá conseguir la mayoría en el Legislativo para investir del mandato constitucional al nuevo Gabinete.

En segundo lugar, para avanzar por esa ruta, Cateriano deberá guardar en sus alforjas personales todos los antis que ha cultivado a lo largo de su carrera política. El anti aprismo y el anti fujimorismo deberán ser erradicados de sus mensajes políticos, sobre todo porque ambas fuerzas son los rostros y el combustible de la acción opositora en el país. Y no hay conducta democrática en este planeta y en cualquier parte del universo si es que el gobierno no extiende los necesarios puentes y caminos hacia los opositores y rivales. De lo contrario estamos en el reino de las guerras y los autoritarismos.

En todo caso, en los próximos días veremos si el nuevo jefe de Gabinete honra el aprecio que le tienen sus amigos y quienes lo elogian por sus convicciones democráticas. Si se deja llevar por sus fuertes emociones, la carrera política de Cateriano se teñirá de las tragedias que acompañarán al nacionalismo y a la pareja presidencial.

Por Víctor Andrés Ponce

03 - Abr - 2015