Daniel Brousek

Ocaso de una sociedad: adiestrados para "no pensar"

La sumisión a la trinidad éxito, placer y fama

Ocaso de una sociedad: adiestrados para "no pensar"
Daniel Brousek
26 de febrero del 2018

 

Vivimos dentro de la "sociedad del espectáculo", como decía Mario Vargas Llosa, quien paradójicamente promovió a candidatos presidenciales de infeliz recordación y que son precisamente los protagonistas de este lamentable circo político que tiene estancado al país. En efecto, estamos inmersos en una cultura global que rinde culto (valga la redundancia) a lo superficial, escandaloso, urgente e inmediato; a las "modas del momento" y, por tanto, el ser humano y su dignidad queda en un muy segundo plano. Juan Pablo II denunciaba esta realidad como "estructura del pecado". Posteriormente, Benedicto XVI se refirió a ella como la "dictadura del relativismo"; y nuestro actual pontífice, Francisco, la sentencia como "cultura del descarte".

La permeabilidad, la desintegración, la evasión, la imitación son algunos de los síntomas que aquejan a la sociedad posmoderna que está ávida de consumo. La crítica reflexiva no es una actitud característica de estos tiempos, que son consecuencia de una cultura globalizada y sin identidad clara. Una correcta comprensión antropológica es la que extraña nuestra sociedad contemporánea. Una sociedad que ha perdido la capacidad de asombro porque mira todo en función del tener y dominar; y que no prioriza el ser y, por tanto, el misterio que entraña: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo y a dónde voy? ¿qué es la felicidad?

Estas son preguntas que invitan a más que a una vida de comprar y tener rindiendo culto a lo más efímero que el hombre tiene: el cuerpo. Vivimos ciegos ante una realidad que nos desborda y nos debería llamar a venerar su grandeza, pero hoy es cosificada según los "me gusta" o "no me gusta". ¿Cómo pensar entonces en un proyecto como país y como ciudad si no crecemos como personas pensantes y con capacidad de dialogar? Por eso los resultados en las elecciones favorecerán al que baila de modo más ridículo y al que acusa mejor a su oponente, alimentando más una sociedad del morbo que cada vez se asemeje más a los talk shows de los noventa, que no edificaron en nada.

Nuestra sociedad se desangra y desfallece ante la sumisión y comunión de la trinidad: éxito, placer y fama, bajo la fórmula de pan y circo. Benedicto XVI advertía que una sociedad que se olvida de Dios, que excluye a Dios para tener la vida, cae en una cultura de muerte. Y en ese sentido, el anterior Papa refería que la trinidad profana con la que "comulga" nuestra sociedad es el desenfreno sexual, la droga y el tráfico de armas. Asimismo, el aborto, el suicidio y la violencia colectiva son las maneras concretas en que opera el sindicato de la muerte, afirmaba. Estos ¿son realmente los temas de fondo en las políticas de Estado y en las agendas periodísticas? ¿O más importante es hacer negocios con alguna empresa extranjera para construir una infraestructura de lujo para los Juegos Panamericanos que realmente constituyen una bofetada a la reconstrucción del norte?.

En este contexto podemos entonces explicarnos que las primeras planas noticiosas estén inundadas de cuántos congresistas peruanos se volvieron "avengers" o si los directivos de Graña y Montero deberían salir de prisión para "respetar el debido proceso". ¿Hemos perdido la capacidad de indignarnos? No, pero todo apunta a que hemos perdido la capacidad de reflexionar. ¿Hasta cuándo insultarán a nuestra inteligencia los medios de comunicación que por un lado difunden (¡dando el micro a cualquiera!...) la posibilidad de autoría del presidente Fujimori en el caso de Pativilca, pero ni se cuestionan la relación cercana, inmediata, aceptada y confesada del presidente Kuczynski con su socio Sepúlveda? Si un presidente debería conocer y por tanto ser responsable político de las acciones delictivas de un grupo paramilitar, con el mismo criterio, y con mayor razón, ¿no debería estar al tanto el dueño de una empresa de las acciones de su socio y amigo personal, que al final beneficiaron a los ingresos personales del entonces premier? ¿Es posible que uno reciba cientos de dólares en su propia cuenta bancaria, y esto ni se cuestiona ,y sólo recién diez años después diga que las interrogaciones le obligan a hacer "arqueología"? Si usted descubre algún excedente considerable en sus cuentas, ¿realmente no le interesaría saber de dónde provino? Sin ir muy lejos, si aparecieran solamente cincuenta soles en su billetera, ¿no preguntaría a su esposa o esposo de dónde salieron?

Y seguimos preguntando. ¿Hasta cuándo seguir pagando peajes a un consorcio brasileño corrupto que ha robado millones al Perú? ¿Hasta cuando seguirá abusando el sistema del Metropolitano de Lima, en donde viajan diariamente de manera indigna miles de limeños, a pesar de pagar el triple de lo que antes pagaban? ¿Hasta cuándo los mejores amigos (políticos y actores) de Susana Villarán van a seguir diciendo que a pesar de que en sus narices veían una millonaria campaña para el "no" de la revocatoria, y sus rostros en todos los carteles de Lima, no se habían dado cuenta de nada? Son tan burdas las respuestas, por un lado y por otro, la pasividad y el poco criterio de algunos periodistas de televisión para preguntar que muchas veces, por higiene mental, nos obligan a cambiar de canal.

Por ejemplo, si mañana Alianza Lima contrata a Lionel Messi, ¿acaso los demás jugadores, dirigentes y socios dirán que "ellos no saben de donde vino el dinero ni se dieron cuenta, porque ese tema lo veía el tesorero"? Por tanto, solo algunos ejemplos concretos que ameritarían acciones y soluciones, pero que son oscurecidos y enmudecidos por una prensa siempre al servicio de intereses ocultos y con una pauta orientada a entretener y aturdir. Y que, lamentablemente, desde los años noventa no logran estar a la altura de las circunstancias. Salvo honrosísimas excepciones.

 

Daniel Brousek
26 de febrero del 2018

COMENTARIOS