Tía María puede convertirse en un hito

La negativa del premier Guido Bellido a asistir al valle de Tambo para, según un congresista oficialista, cancelar el proyecto minero Tía María puede ser interpretada de varias maneras. Una primera lectura podría ser que Bellido y la administración Castillo pretenden evitar cualquier conflicto social hasta su presentación en el Congreso. Sin embargo, puede haber otra razón. 

Si en el gobierno Perú Libre se abandonan las anteojeras ideológicas y se canaliza constructivamente la influencia de este partido en los sectores radicalizados en las áreas mineras, entonces, se podría gestar una alianza entre Estado, población y empresas mineras que relanzaría las inversiones mineras en el país. Si la administración Castillo se decidiera por esta opción volverían los ciclos de inversión, crecimiento y reducción de pobreza. El principal ganador: el propio Castillo. Si se lograra esa alianza la administración Castillo enrumbaría a su ala radical hacia una salida constructiva. Sin embargo, sería inevitable que ante este viraje gubernamental los sectores más radicalizados marquen distancias del Ejecutivo.

Todo indica que desde el Ejecutivo podría haber una mirada sensata sobre el sector. El nombramiento de Iván Merino como ministro de Energía y Minas y la gestión de Bellido para levantar el paro de diez días de algunas comunidades en el Corredor Minero (en Chumbivilcas) podrían darnos evidencias de una apuesta discreta. Al respecto vale recordar que en el llamado Corredor Minero del Sur en donde se emplazan las minas que producen más del 50% del cobre nacional, simplemente, la propuesta de Perú Libre ganó de manera abrumadora. 

En todo caso sería un grave error que el gobierno de Castillo no apueste por la continuidad de la minería moderna y la participación del sector privado, cuando más del 60% de las exportaciones peruanas dependen del sector. De otro lado, el Perú se ha convertido en un país de clase mundial gracias a la iniciativa privada en la industria extractiva, en momentos en que la libra del cobre está por encima de los US$ 4.80.

No solo eso, hoy la minería moderna ya constituye en un motor antipobreza y una fuente de empleos con todos los derechos laborales y sociales; y además desarrolla políticas ambientales responsables en las áreas de influencia. Chumbivilcas, Espinar, Cotabambas, todas provincias altoandinas, han reducido en más de dos dígitos la pobreza, como jamás en su historia. También podríamos decir que existe una clase media alrededor de la minería moderna, a semejanza de la agroexportación; y que las empresas mineras, en una alianza sin precedentes con el Estado, continúan contribuyendo a frenar el avance de la pandemia. 

Depende entonces del gobierno de Perú Libre que la minería moderna continúe como un motor social y económico. En este contexto, de concretarse Tía María y Conga, se generarían miles de puestos de trabajo y se reactivarían las economías locales golpeadas por la Covid-19. 

En Perú Libre conviven diversas tendencias, entre ellas el radicalismo ambientalista que propone un post extractivismo y pretende que el Perú cierre sus minas en momentos de un auge del precio del cobre. También está la tendencia que busca cancelar contratos o renegociarlos, al margen de la Constitución y la ley, con el objeto de alejar a las empresas occidentales y entregar los yacimientos a compañías no occidentales.

El alejamiento de las empresas occidentales generaría decenas de juicios internacionales, alejaría al país de los tratados de libre comercio y revelaría una estrategia de utilización de los recursos naturales para apuntalar un camino totalitario.

Veremos entonces si la administración Castillo desarrolla las fuerzas productivas o simplemente se deja llevar por las narices del sector radical. En este contexto, el relanzamiento de Tía María puede convertirse en el relanzamiento de las inversiones mineras.