¡No detengan las inversiones en agroexportaciones!

En dos décadas el milagro exportador peruano ha multiplicado los envíos al exterior de US$ 850 millones a más de US$ 8,000 millones, ha convocado cerca de US$ 20,000 millones en inversiones y ha formalizado el empleo de más de un millón de trabajadores. Asimismo, en las zonas agroexportadoras la pobreza descendió debajo de la media nacional.

Lo más interesante de este milagro económico que sorprende al mundo: se hizo en apenas el 5% de las tierras dedicadas a la agricultura (alrededor de 250,000 hectáreas). El 95% restante de los predios está conducido por más de 2.2 millones de minifundistas que desarrollan una agricultura de sobrevivencia.

Hacia el año 2015 se proyectaba que el Perú podía duplicar las tierras dedicadas a la agroexportación. Sobre la base de siete proyectos hídricos, se preveía incorporar alrededor de 400,000 hectáreas más a esta actividad, que convoca capitales y tecnología.

Luego de la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria (Ley N° 27360) –durante la administración Sagasti y con Mirtha Vásquez en la conducción del Legislativo– y después del boicot de los consejeros regionales de Arequipa al proyecto Majes Siguas, todos sabemos que el sueño de convertir al Perú en una potencia agroexportadora mundial comienza a languidecer.

Cabw recordar que si la izquierda logra boicotear Majes Siguas II se perderían alrededor de 40,000 nuevas hectáreas para las agroexportaciones. Toda esta ofensiva en contra de las agroexportaciones tiene que ver con la guerra informativa y cultural que han empezado a desarrollar algunas oenegés de izquierda, promovidas por los competidores de nuestras agroexportaciones en los mercados mundiales.

Por ejemplo, una letanía que forma parte de los relatos izquierdistas en desarrollo tiene que ver con que, supuestamente, las agroexportaciones afectan el agua o los flujos hídricos para el consumo humano. Una mentira que oculta el hecho de que el Estado ha abandonado el desarrollo de nuevos proyectos hídricos, represas y reservorios, necesarios para cosechar agua suficiente en una sociedad que sigue creciendo demográficamente.

Increíblemente, el Perú, entre los diez países con más recursos hídricos del planeta, debe soportar escaseces por la incapacidad del Estado para evitar que el 95% del recurso hídrico se pierda en las cuencas.

Una situación extremadamente grave desde cualquier punto de vista. Sobre todo porque las inversiones en agroexportaciones han demostrado ser el único camino para reducir la pobreza en el área rural. La pobreza y la pobreza extrema se focalizan en el campo, y no existe otra estrategia que las inversiones agrícolas para erradicar este flagelo.

Algunos sostienen que las agroexportaciones solo benefician a las grandes unidades agrarias. Una falsedad de principio a fin. De un total de más de 13,500 empresas dedicadas a la agroexportación, el 80% corresponde a pequeñas y medianas empresas.

Se necesita entonces vagones agroexportadores en la toda la costa, la sierra y la selva del Perú para enfrentar el flagelo social de la pobreza. 

Todos los agricultores del Perú deberían tener la posibilidad de acceder a un mercado mundial de más de 6,000 millones de consumidores, tal como lo establecen los 22 tratados de libre comercio firmados por el Perú. Igualmente se requiere restablecer la plena vigencia de la Ley de Promoción Agraria, que prescribía regímenes tributarios y laborales especiales. Es la única manera de seguir atrayendo capitales y tecnología en el área rural.

Cuando el Ejecutivo habla de  a "segunda reforma agraria" y desdeña el milagro de las agroexportaciones del Perú se convierte en enemigo de los pobres del campo. No hay ninguna duda.