Minería que reduce su impacto ambiental

Minera Aurífera Retamas S.A. (MARSA) ha desarrollado un conjunto de iniciativas destinadas a transformar el distrito de Parcoy (provincia de Pataz, La Libertad), lugar en donde realiza sus operaciones mineras. Entre 1996 y 2015 han recuperado más de 170 hectáreas (ha) de bosques que contribuyen enormemente a la fijación del carbono proveniente de los motores de combustión interna utilizados en las operaciones mineras, campamento y transporte de mineral y personal. La minería hoy reduce al máximo las emisiones de carbono, por debajo incluso de lo establecido en las exigentes normas ambientales internacionales, verificadas por el monitoreo de las autoridades.

Con una inversión de unos US$ 50.8 millones, desde junio 2006, MARSA ha logrado reducir su consumo anual de combustible en 1.3 millones de galones. Esto debido al cambio progresivo de su sistema energético, dejando el consumo de petróleo y conectándose al Sistema de Electricidad Interconectado Nacional. La minera ha reemplazado no solo los equipos de transporte del interior de la mina, sino además los hornos y calderas del campamento. El resultado ha sido una significativa reducción de emisiones tóxicas, que repercute grandemente en la conservación del medio ambiente.

Por otro lado, con una inversión aproximada de US$ 9.8 millones, un agresivo plan medioambiental ha plantado más de 140,000 árboles maderables en 70 ha en la zona de Retamas, y más de 95,000 en la zona de Cachicas. Asimismo, cumpliendo con la responsabilidad social y dentro del marco legal correspondiente, 24,000 quinuales y 2,800 alisos han sido plantados en los lugares donde antes hubo operaciones mineras. Todo eso de acuerdo al plan de cierre de mina aprobado por la autoridad. Es decir, devolverle a los lugares donde se realizaron actividades mineras las mismas o mejores condiciones naturales que antes tuvieron.

En la comunidad campesina de Llacuabamba, zona de influencia minera directa, también se están cumpliendo todos los convenios pactados. En el lugar se han plantado 85,000 árboles maderables en 35.2 ha. Asimismo se ha ampliado el vivero forestal, ahora con una capacidad para albergar más de 20,000 plantones de distintas especies. La idea es entregar a Llacuabamba más de 30,000 especies maderables cada año. El proyecto, en toda su extensión, no solo cumple con creces con el medio ambiente sino que, además, está desarrollando en el lugar una nueva actividad industrial: la forestal.

Los árboles maderables son una magnífica oportunidad económica a mediano y largo plazo para mejorar la economía de los comuneros. El círculo virtuoso maderable formal y legal ofrecerá trabajo para reducir mucho más la pobreza y el desempleo en todos los poblados vinculados a la actividad minera. La mayor parte de pobladores desarrollan diariamente sus actividades agrícolas y ganaderas, y ahora también, podrán desarrollar la industria forestal alrededor de la plantación de árboles maderables.

Una vez más se demuestra la alianza entre la minería y el campo, juntos desterrando la pobreza y mejorando el medio ambiente. Hoy los principales objetivos de la minería moderna y responsable, establecida en Perú hace más de veinte años, son reducir al máximos los impactos ambientales, la reducción de consumo de energía provenientes del petróleo, la expansión de áreas verdes y la remediación de los llamados “pasivos ambientales”, heredados de la gran minería tradicional controlada por el Estado desde el Gobierno socialista del general Juan Velasco.

Contra las leyendas y mentiras están los resultados de la minería, el motor de la economía nacional. La minería representa en Perú el 60% de los ingresos por exportaciones, aproximadamente el 14% del PBI y el 20% de la recaudación fiscal.