Las ministras anti industria alimentaria

En recientes declaraciones, Liliana La Rosa, ministra de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), señaló que la anemia en el Perú afecta a 43% de los niños. ¿No era que la anemia, según el INEI, estaba en 46.6%? ¿Puede una ministra del MIDIS desconocer cuál es la cifra real de anemia en el Perú? Pero La Rosa no solo ignoró las cifras reales de la anemia, sino que también sostuvo que el sistema de octógonos prohibitivos para las etiquetas de los alimentos industriales representan un “avance para la buena alimentación”. De esta manera la titular del MIDIS se sumó a la posición anticapitalista de la ministra de Salud, Silvia Pessah, quien impulsa desde su sector el sistema de octógonos que solo se aplica en Chile, por presiones de la izquierda antes de que Sebastián Piñera ganara las elecciones.

Para entender el tema de la intensa discusión alrededor de las etiquetas de los alimentos industriales vale señalar que durante la administración PPK se aprobó el sistema de octógonos prohibitivos que solo alertan de los niveles altos de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans. En este contexto, el Congreso aprobó el sistema de semáforos que —en base a los colores rojo, amarillo y verde— señala los niveles alto, medio y saludable de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans. Después el Ejecutivo observó la norma aprobada en el Congreso. Con la administración Vizcarra, el presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, comenzó una larga negociación con el Congreso para aprobar un sistema mixto de etiquetado (octógonos + semáforos), pero las ministras Pessah y La Rosa amenazaron con renunciar si no se aprobaban los octógonos. Vizcarra se asustó y el Ejecutivo promulgó los octógonos. Allí estamos, entonces.

¿Por qué la obsesión de dos ministras con respecto al etiquetado de los alimentos procesados que solo representan el 10% del total de la ingesta del país? ¿Por qué ocuparse de un tema tan marginal, no obstante que la anemia se dispara, rebrota el sarampión y se derrumban los índices de salud y de nutrición? La única explicación es su visión ideológica de izquierda y el sueño de crear la ONG propia. Una visión ideológica que lleva a algunos a imaginar una sociedad premoderna sin alimentos de consumo masivo. ¿Se puede imaginar la actual sociedad sin la producción de alimentos industriales? Imposible.

Esa visión ideológica es anticapitalista y anti industrial. Un hecho que nos lleva a preguntarnos qué hacen dos ministras de esa orientación en una sociedad que ha reducido la pobreza del 60% de la población a solo 20% en base a la inversión privada. ¿Qué es lo que sigue? ¿Acaso el Ejecutivo y sus ministras anticapitalistas ahora enfilarán en contra de la comida criolla, que vuela en grasas y sodio? ¿Se obligará a colocar octógonos en un cau cau o en el lomo saltado? Todo parece concentrarse, entonces, en el alimento procesado.

Lo más grave de todo es que en los países desarrollados y en los que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se utilizan las etiquetas informativas o el sistema de semáforos, en base a las recomendaciones del Codex Alimentarius —aprobado por 188 países— que establecen que los rotulados no deben causar temor. Bueno, pues, los octógonos solo causan temor y no informan.

En los países desarrollados —que tienen los mejores sistemas de salud y las esperanzas de vida más altas— el Estado hace pedagogía sobre la buena alimentación, mientras que las etiquetas informan. De manera que un adolescente logra entender la diferencia entre uno o dos vasos de yogurt. Una diferencia que puede ser la diferencia entre una diabetes y la buena salud. En todo caso, un Ejecutivo que promulga los octógonos solo demuestra que la izquierda sigue avanzando en contra de la economía de mercado.