¡La minería en peligro en el Perú!

La paralización de la mina Cuajone detiene la producción de 7,000 toneladas métricas de cobre (TMC), y por cada día sin producir se pierden S/ 2.5 millones en canon y regalías y S/ 6 millones en renta. En cuanto a los bloqueos de MMG-Las Bambas, se pierden US$ 9 millones diarios y se acumula más de un año de paralizaciones. Sostener que la minería está en peligro, entonces, no es ninguna exageración. 

En el Perú no hay Estado y el gobierno de Pedro Castillo ha renunciado a hacer respetar la Constitución y la ley. El asunto es más grave de lo que parece. El Perú es el segundo productor de cobre del mundo en el preciso momento en que los precios del metal rojo alcanzan niveles históricos llegando a los US$ 4.50 la libra. Para entender la importancia de la minería habría que decir que sin el aporte vital de este sector, el 2022 el Perú quizá crecería cero. 

Como todos sabemos el PBI nacional se expandirá menos de 3% este año y la mayor parte de esa expansión es participación de la minería. El motivo: la inversión privada caerá entre 6% y 9%. Sin el desplome de la inversión privada el país podría crecer por encima del 6%. Para seguir ilustrando la importancia de la minería habría que recordar que, a inicios del nuevo milenio, algunas proyecciones indicaban que si el Perú hubiese ejecutado su cartera de inversiones mineras –junto a sus proyectos agroindustriales– para el año 2023 habría logrado un ingreso per cápita cercano al de un país desarrollado.

Desde la llegada del gobierno nacionalista el crecimiento de las inversiones en minería se detuvo significativamente. Los bloqueos de los proyectos Conga en Cajamarca y Tía María en Arequipa son paradigmáticos para ilustrar la manera cómo el Perú comenzó a bajarse del ciclo virtuoso de las inversiones mineras. El bloqueo de Conga paralizó también las inversiones en La Granja, Galeno y Michiquillay, entre otras minas. 

Para entender la tragedia que desencadenó el bloqueo de la minería en Cajamarca vale mencionar que el Perú es el segundo productor mundial de cobre, con más de 2.5 millones de TMC de producción anual. Si las minas de cobre de Cajamarca estuviesen en producción el país habría sumado un millón más de TMC a su producción anual y, en cualquier escenario económico, crecería por encima del 5% y lograría reducir la pobreza por debajo del 15% de la población en muy pocos años.

Algo más. Cajamarca, hoy una de las regiones más golpeadas, en donde se emplazan los 16 distritos más pobres del país, tendría uno de los ingresos per cápita más alto, un cluster minero en desarrollo, un ferrocarril hacia la costa y un sistema hídrico permanente para abastecer el consumo humano y la agricultura. El pleno empleo sería una posibilidad.

Matar la minería entonces es matar las posibilidades del Perú. Si bien el gobierno de Pedro Castillo no ha podido nacionalizar el gas ni ninguna inversión en recursos naturales, desde el gabinete de Guido Bellido hasta el de Mirtha Vásquez se priorizó la ideología a la realidad. La señora Vásquez, por ejemplo, anunció el cierre ilegal de cuatro minas –medida en la que el Ejecutivo tuvo que retroceder– en el sur de Ayacucho, y planteó el respaldo del Gobierno a todas las minorías radicales que violentaban la Constitución y la ley.

La política de empoderar a las minorías radicales y renunciar a aplicar la Constitución y las leyes es la única explicación de lo que sucede en Cuajone y Las Bambas. La minería, pues, está en peligro en el país.