¡Increíble! Sigue la violencia contra Las Bambas

Ayer lunes se conoció que las dirigencias de las comunidades de de Fuerabamba, Huancuire, Chila, Choaquere, Purmamarca y Chuicuni –muy vinculadas al radicalismo antiminero a favor de la constituyente y asesorados por abogados rentistas– reiniciaron las protestas en contra de las minas de Las Bambas, sin precisar cuáles eran sus demandas o cuáles son las responsabilidades o acuerdos que la empresa no ha cumplido.

De esta manera Las Bambas, una de las diez minas de cobre más grandes del planeta, acumula más de 50 días de paralizaciones en el 2022 y suma más de 500 días perdidos por la violencia del radicalismo antiminero desde que esta megainversión iniciara sus operaciones. 

Como se aprecia con absoluta claridad, únicamente en un país sumido en un desgobierno nacional como el Perú, un grupo de no más de 300 personas pueden paralizar una de las minas de cobre más importantes, que aporta el 1% del PBI, el 9% del PBI del minero y más del 75% del PBI de la región Apurímac, en donde se emplaza el gigantesco yacimiento minero.

En este terrible escenario de desgobierno nacional, en que el Ejecutivo ha renunciado a aplicar la Constitución, las leyes y a ejercer el principio de autoridad democrático, MMG-Las Bambas acaba de informar que sus proyecciones de producción se han reducido en un 60%. Precisan que proyectaban una producción anual de 320,000 toneladas métricas de cobre (TMC); sin embargo, en el primer semestre de este año apenas sobrepasaron las 100,000 TMC.

La única explicación de este desastre es la violencia del radicalismo antiminero, con la asesoría de abogados sin escrúpulos, al margen de las necesidades de los pobres de la región. Las Bambas es un proyecto planeado para producir 400,00 TMC anuales; sin embargo, la violencia impide avanzar en la implementación del nuevo tajo de Chacollbamba. No obstante, hoy ni siquiera se pueden alcanzar las 320,000 TMC proyectadas para este año. Todo en picada.

No es exagerado entonces sostener que la posición del Perú como segundo productor mundial de cobre está en franco peligro, sobre todo si recordamos que las minas del norte, en Cajamarca, han sido igualmente paralizadas por la violencia. En la región norteña el bloqueo de Conga, La Granja, El Galeno y los retrasos en Michiquillay, impiden que el Perú produzca un millón de TMC más de cobre, que incrementarían significativamente el proceso de crecimiento y reducción de pobreza.

Hablar de Las Bambas y su contribución a Apurímac es hablar de un antes y un después en la señalada región. Por ejemplo, gracias al proyecto minero la pobreza en los 84 distritos de Apurímac bajó del 60% de la población a solo 20%. Si no hay mayores avances en los indicadores económicos y sociales es porque el Estado, a través de los gobiernos central, regional y locales, no redistribuye con eficiencia la renta minera.

Para abonar a favor de la importancia de Las Bambas en la región, vale señalar que diversas proyecciones señalan que en el periodo 2016-2022, Las Bambas transferirá alrededor de S/ 1858 millones por regalías que beneficiarán a los gobiernos subnacionales de Apurímac. Semejante suma representa casi todo el proyecto de inversiones de Apurímac, tres veces el presupuesto regional en educación y 12 veces el presupuesto de inversiones de transportes en la región.

La pregunta entonces es, ¿cómo el Gobierno y la mayoría de peruanos están permitiendo que minorías de 200 o 300 personas destruyan un proyecto minero que significa tanto para el Perú como para la propia región Apurímac? La pregunta vale también para la oposición democrática en el Congreso. ¿Acaso no se dan cuenta de que el fracaso de Las Bambas es el comienzo del final de la minería moderna, la destrucción del modelo económico y un camino seguro a la constituyente?