Challhuahuacho y Apurímac bendecidos por Las Bambas

Una de las mayores expresiones del fracaso del gobierno de Pedro Castillo, incuestionablemente, es la situación de Las Bambas, una de las diez minas más grandes de cobre del mundo y con una proyección de producción anual de 400,000 toneladas métricas de cobre (TMC). Sin embargo, los conflictos sociales y la demora de la entrada en producción del nuevo tajo en Chalcobamba bajaron las expectativas de producción por debajo de 300,000 TMC.

Pero he aquí lo más trágico: MMG-Las Bambas ha informado que en el primer semestre de este año la producción apenas llegó a las 100,000 TMC. Es decir, una caída del 60%. El motivo: los bloqueos y violencia en contra de la mina, que en el 2022 acumularon más de 50 días de bloqueos. Si se cuenta desde la fecha de inicios de las operaciones se pueden sumar cerca de 500 días de bloqueos por la acción de las minorías radicalizadas, que impidieron el transporte del mineral hacia el puerto.

La producción de cobre en Las Bambas, entonces, se derrumbó en el primer semestre de este año, en el que hubo el mejor precio mundial para el metal rojo: sobrepasó los US$ 4.70 la libra. ¿Cómo es posible que haya sucedido semejante tragedia? Si bien existían problemas acumulados, el Gobierno de Pedro Castillo, sobre todo a través de los gabinetes Bellido y Vásquez, se propuso empoderar a las minorías radicalizadas y renunció a ejercer la autoridad democrática y a aplicar la Constitución y las leyes. El resultado: violencia desatada y asaltos a los campamentos mineros por parte de dirigentes comunales radicalizados y mal asesorados por abogados que fomentan demandas en contra de la Constitución y las leyes.

Todo esto sucede no obstante que Las Bambas representa el 1% del PBI, el 9% del PBI minero y más del 75% del PBI (ingresos) de la región Apurímac. Y a pesar de que antes de que Las Bambas iniciara operaciones, la pobreza en los 84 distritos apurimeños sobrepasaba el 60%; y después de la mina este flagelo social descendió debajo del 40%. Y si las cosas no mejoran más es porque el Estado –a través del gobiernos central y los gobiernos regional y local– no redistribuye adecuadamente la renta minera.

Cualquiera sea el enfoque en el análisis, resulta incuestionable que los avances económicos de la región Apurímac serían impensables sin la participación y el aporte de Las Bambas. Por ejemplo, diversos cálculos señalan que entre el 2016 y el 2022 Las Bambas transfirió aproximadamente S/ 1,858 millones por concepto de canon y regalías. Una cantidad que representa casi todo el presupuesto de inversiones del Gobierno Regional Apurímac, tres veces el presupuesto de educación regional y 12 veces los gastos destinados a Transportes.

Igualmente, se calcula que, entre el 2016 y el 2022, de la totalidad de transferencias, Las Bambas aportó S/ 534 millones al distrito de Challhuahuacho –área de influencia directa de la mina– por conceptos de canon y regalías. Una cantidad que representa más de nueve veces el presupuesto distrital destinado a mejorar los servicios de salud, más de 20 veces los gastos destinados a mejorar y ampliar los servicios de agua potable y alcantarillado y más de 48 veces la inversión para ampliar los servicios eléctricos rurales en el señalado distrito. 

Con todas estas cifras, que demuestran la enorme importancia de Las Bambas para el Perú, Apurímac y Challhuahuacho, ¿cómo es posible que minorías de no más de 300 personas ejerzan violencia y paralicen la producción de la mina? No es exagerado entonces sostener que uno de los mayores ejemplos del desastre nacional del Gobierno de Castillo está en la actual situación de Las Bambas y en la anarquía de las zonas mineras en general.