Jaime Chincha

Lima no necesita 43 distritos

Lima no necesita 43 distritos
Jaime Chincha
10 de julio del 2015

Una posible solución revolucionaria a la crisis distrital de la capital.

En estos días, uno de los conflictos más absurdos que hay en el Perú moderno —el que enfrenta a San Isidro y Magdalena— ha vuelto a escribir un nuevo y vergonzoso capítulo. Hemos visto por enésima vez a los serenos de ambos distritos, pareciéndose a los sicarios y a los pandilleros que hoy nos tienen en vilo, peleándose como salvajes por unas manzanas que, en los albores del siglo XX, se trazaron bajo la lógica de dividir y no de unir a la ciudad. Y ocurre justo cuando Lima reclama desesperadamente una estrategia sin tregua contra la delincuencia. Y ocurre justo cuando, hartos de las extorsiones, los asaltos, las muertes y este combate que el crimen gana cada día, se plantea darle armamento no letal a los serenos. Una propuesta que en sí no es mala, pero uno los ve así dando pena —aunque siguiendo órdenes de sus alcaldes, que ven el árbol y no el bosque— y piensa que es mejor dejar todo como está y que los delincuentes nos sigan fregando la existencia. Resignarse, encogerse de hombros y no entender que haber creado tantos distritos solo nos está dando más problemas.

Cosas así no se pueden seguir permitiendo en un país que aspira al primer mundo. Y la solución no llegará trazando una línea divisoria y definitiva entre estos dos distritos, que se suman a los 43 que tiene en total la ciudad de Lima. ¡43 municipalidades! ¿Se dan cuenta del problema de fondo? 43 Alcaldes, 43 presupuestos, 43 microplanes de gobierno (porque si volvemos a mirar el bosque, la crisis de partidos políticos pulveriza cualquier visión más o menos unitaria de lo que queremos los limeños), 43 serenazgos, 43 zonificaciones, 43 horarios distintos para el recojo de basura, 43 permisos distintos para obras de gran envergadura, 43 piezas de una metrópoli convertida en un complejo y enorme rompecabezas.

A la crisis de inseguridad se suma la pésima distribución de la riqueza obtenida en los últimos 25 años. Los 43 pliegos presupuestales de cada municipio se traducen en 43 realidades asimétricas que se reflejan, por citar el caso más visible y patético, en la tan polémica distribución de policías para distritos como San Isidro, respecto de los que patrullan —por ejemplo— San Juan de Lurigancho. Una Lima así, en 43 pedazos “microdistritalizados”, está servida para la criminalidad, para la rivalidad entre vecinos, para alentar la lucha de clases y para una muy desigual tasación de un suelo que, al final, cuesta o debe costar casi lo mismo. Si es que buscamos hacer más homogénea esta ciudad, gobernada bajo el antojo de 43 pequeños caciques que concentran mini-poderes incapaces de articularse entre sí —y combatir al sicariato, la extorsión, y hasta los desastres naturales— (miren nomás el caso de Chosica y los huaicos), es hora de buscar una solución que trascienda la división política y territorial que se gestó a lo largo del siglo pasado. La salida no es otra que la unificación de la mayoría de los distritos existentes hasta hoy en Lima.

Basta con mirar el mapa íntegro de la ciudad (que ilustra este artículo y que puede verse a pantalla completa) para entender, a primera vista, la complejidad de este rompecabezas. Solo los 15 distritos que conforman la zona centro de Lima (Miraflores, San Isidro, Magdalena, Jesús María, Lince, Breña, etc.) tienen el tamaño de todo Cieneguilla. Es como si estos distritos de la llamada “Lima tradicional” se hubiesen parcelado entre sí, con el solo afán de tener cada quien un nombre y unas normas que los haga distintos (y hasta “superiores”) respecto al del costado. La propuesta es unir todos los distritos de la zona centro de Lima bajo una sola administración municipal, juntándolos adrede sin distinguir la condición social existente hasta hoy (Ej: Miraflores junto a Surquillo y Barranco, San Isidro unido a Magdalena y a Breña). Así, de los 43 distritos existentes actualmente, estos se reducirían a solo 20; un solo alcalde y un solo conjunto de ordenanzas harían más homogéneo el presupuesto y el número de policías repartidos en la capital. Y si a ese distrito unificado le ponemos un serenazgo que, con el tiempo, evolucione como una policía municipal bajo el mando del alcalde, la presencia de uniformados en las esquinas se multiplicaría generando la percepción de que las calles están realmente vigiladas. Nos tiraríamos abajo un montón de burocracia que desborda los municipios y que solo sabe (en la mayoría de los casos) complicar la vida del vecino. De paso que juntamos a los “Maldini” y a los “Gonzales” (a los de arriba y los de abajo, para quienes no lo entienden) bajo un solo orden político-distrital. Miren bien el mapa de Lima y pónganse la mano al pecho, ¿no creen que deberíamos reducir, cuando menos, a la mitad los distritos de la ciudad?

 

Por Jaime Chincha Ravines

Jaime Chincha
10 de julio del 2015

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