¿Y si los empresarios salen a las calles?

En el Perú sucede una paradoja sociológica que debería convocar a una profunda reflexión. En los últimos 25 años ha surgido el sector privado más poderoso y democratizado de toda nuestra historia, se ha reducido la pobreza del 60% de la población a solo 20%, se ha configurado una sociedad largamente más inclusiva que nunca y, no obstante, todos empezamos a contemplar una especie de moledora anticapitalista que avanza a paso marcial. Si el empresario es el principal protagonista del último cuarto de siglo, ¿cómo así el Ejecutivo, el Congreso y hasta ciertos sacerdotes parecen disputarse la prédica anti inversión?

El presidente Vizcarra señala que las grandes compañías adeudan el 1% del PBI, no obstante que todas esas supuestas obligaciones se tramitan en el Tribunal Fiscal, el Poder Judicial y el Ciadi (Banco Mundial). Un sector de sacerdotes señala que las compañías no pagan impuestos pese a que el 0.5% de los contribuyentes (las grandes empresas) aportan el 83% de los ingresos fiscales. El fiscal Domingo Pérez se propone escarmentar a todos los dueños y directivos de las principales empresas del Perú citándolos como “testigos” (para la foto y las cámaras) por haber donado dos millones de dólares a la Confiep —con certificados legales de donación— para desarrollar una campaña de valores promercado, en precisos momentos en que el programa de la Gran Transformación de Humala pretendía barrer con el régimen económico de la Constitución. Y el Ejecutivo promulga los octógonos anti industriales por presiones de la izquierda oenegera en salud. ¿Cómo explicar este festival anticapitalista?

A entender de esta portal estas cosas se explican porque la guerra ideológica la están ganado largamente los sectores anti inversión. El avance es tal que las posiciones mercantilistas, populistas y estatistas avanzan en los medios de comunicación y en los propios partidos que presentaron propuestas promercado en la última elección. El objetivo de todas estas campañas es desmontar, poco a poco, sector por sector, la economía de mercado, tal como sucede con los octógonos anti capitalistas y con la negativa del Ejecutivo a extender la vigencia de la Ley de Promoción Agraria, entre otros. ¿Qué hacer frente a esta situación?

Antes una cuestión previa. Es indudable que ciertos yerros empresariales y el caso Lava Jato —que compromete a empresas brasileñas y a algunas peruanas— mellan seriamente la imagen de los inversionistas en el Perú. Sin embargo, nada justifica esta moledora anticapitalista que parece haberse desatado en la sociedad con el objeto de convertir a los empresarios en una especie de figura pintada en la pared. Un ejemplo para entender la situación: ante el programa estatista, chavista, de Gustavo Petro, los empresarios colombianos, agrupados en el Consejo Gremial de Colombia —que representa el 60% de la producción y el 73% del empleo formal— se pronunciaron abiertamente por la candidatura de Iván Duque. No se trata de una campaña de valores como la de la CONFIEP, sino de algo más directo, más abierto, sin anestesia. Sin embargo, a nadie se le ocurre crear un Domingo Pérez.

Las cosas empiezan a parecerse demasiado al clima anti empresarial antes de la estatización de la banca en 1987. ¿Qué hacer ante esta situación? Recuperar la iniciativa en la guerra ideológica y movilizar a la sociedad a favor de la inversión ¿Por qué solo el extremismo anti sistema puede movilizar a sectores sociales? La lucha contra la estatización de la banca lanzó a los empresarios a las calles y a la lucha política. Quizá es hora de reeditar la experiencia para modificar la balanza ideológica del país. Y a propósito de la publicación de los octógonos anti industriales, los gremios de trabajadores comienzan a movilizarse en defensa del empleo, pero también los miles de bodegueros de las ciudades, los panificadores, los productores de lácteos, los palmicultores de la selva y decenas de gremios que forman parte de la cadena productiva de la industria.