¡Urgente! ¡Salvemos al país!

La manera como renunció al cargo el ministro de Economía, David Tuesta, es una de las peores puestas en escena en contra de la democracia y la economía de mercado, vigentes en las últimas décadas. Un Estado, un Ejecutivo, que acepta modificar su política tributaria (más allá de los pro y los contra) por la presión gremial de un grupo de transportistas comienza a dejar de ser gobierno y traslada el poder a sectores sociales organizados. Una administración que decide revisar los contratos de peaje por la amenaza de un bloqueo de carretera, simplemente está sirviendo la mesa a todas las estrategias antisistema.

El presidente Martín Vizcarra, entonces, ha creado una crisis política impensable. En los próximos días el radicalismo magisterial intentará doblarle la mano al ministro de Educación, Daniel Alfaro, eliminando los últimos restos de la meritocracia docente en la escuela pública. Y seguramente lo conseguirá. ¿Qué puede hacer el titular del sector si el jefe de Estado y el presidente del Consejo de Ministros (PCM), César Villanueva, entienden que gobernar es evitar el conflicto social sin importar los costos?

Considerando que con estas decisiones el actual gobierno se ha convertido en la suma de todas las fragilidades y debilidades es urgente que los peruanos de buena se movilicen para evitar el fracaso de la administración Vizcarra y el posible adelanto de elecciones que desataría ese estado de cosas. El antifujimorismo y el pepekausismo con sangre en el ojo por la forzada renuncia de Kuczynski, en silencio consideran el fracaso de Vizcarra como una posibilidad. Tremendo error: ese escenario sería una manera de entregar el país a las fuerzas antisistema, sobre todo considerando que la gestión del Congreso empieza a convertirse en una sumatoria de yerros.

El presidente Vizcarra, en su reciente mensaje al país, justificó la salida de Tuesta porque “el crecimiento del país se logrará en base a inversiones y una mejor recaudación, no a costa del incremento de tasas impositivas”. El jefe de Estado parecía enmendar la política del saliente titular de Economía; sin embargo, no dijo nada sobre la presión de los transportistas. Igualmente, ¿cómo se puede hablar de crecimiento cuando se afirma que grandes empresas adeudan al Estado montos que suman el 1% del PBI, no obstante que estas supuestas obligaciones están judicializadas o se tramitan en el Tribunal Fiscal? ¿Quién está aconsejando al jefe de Estado? En el Ejecutivo existe tanta desorientación que se considera que se puede relanzar la inversión privada ignorando litigios judiciales con diversas compañías, y cuando las presiones de pescadores o transportistas pueden derogar contratos y compromisos del Estado. Imposible.

En esta suma de despropósitos es incuestionable la responsabilidad de Fuerza Popular, que parece haber olvidado las responsabilidades de las mayorías legislativas en democracia, sobre todo luego de haber impulsado dos procesos de vacancia antes de la renuncia de Kuczynski. ¿Acaso la responsabilidad en democracia solo empieza y termina con el papel opositor? ¿Por qué se ha dejado aislados y en soledad a Vizcarra y Villanueva? ¿Por qué se ha permitido que el Gabinete Villanueva sea la suma de un ala ministerial proinversión y otro anti inversión? La distancia de la mayoría legislativa de la gobernabilidad explica que Fuerza Popular solo se dedique a defenderse de los ataques de una coalición mediática desesperada por el posible retiro del subsidio estatal a los medios.

Es hora, pues, de salvar al gobierno de Vizcarra. Para avanzar en ese objetivo el jefe de Estado debe comenzar a escuchar o a reunirse con ámbitos más amplios que el inner circle que parece haberlo rodeado, y que lo empuja con fuerza hacia el fracaso. Igualmente se necesita que los sectores conscientes de Fuerza Popular asuman protagonismo propio y logren enrumbar a la mayoría legislativa por la senda de las reformas y las transformaciones. De lo contrario el Perú se acercará al abismo.