Editorial Política

Tercera vuelta, gobernabilidad y Alfredo Thorne

Tercera vuelta, gobernabilidad y Alfredo Thorne
  • 21 de junio del 2016

Izquierda apunta en contra del mejor activo de PPK

El virtual presidente electo debe distanciarse sin miramientos del escenario fujimorismo versus antifujimorismo, que pretenden perpetuar la izquierda y los medios antifujimoristas. Las elecciones ya han terminado, el Poder Ejecutivo y el Legislativo ya han sido investidos de soberanía, y solo resta armar el rompecabezas de la gobernabilidad. Los emplazamientos a Keiko Fujimori y al fujimorismo para que dialogue con el pepekausismo de acuerdo a ciertos cronogramas, antes que invocaciones a la gobernabilidad, parecen estrategias destinadas a estirar la polarización electoral y comenzar a vender la candidatura de Verónika Mendoza. En otras palabras, una tercera vuelta electoral. No es extraño que Pedro Francke, dirigente del Frente Amplio, en “gesto republicano” haya propuesto que un pepekausista presida el Legislativo.

No vamos a comentar las intenciones del periodista antifujimorista o del liberal hayekiano dominado por el anti. Pero sí nos interesa sobremanera desvelar si detrás del diálogo de Verónika Mendoza con PPK o las invocaciones del Frente Amplio existe una voluntad por la gobernabilidad, porque mientras se dialoga se cuestiona la presencia de Alfredo Thorne en el despacho de Economía y Finanzas. A nuestro entender en ese punto reside la verdadera contradicción del país, de la democracia y el futuro de la libertad. Desde esa encrucijada se anudan los verdaderos problemas del Perú hoy velados por la polarización.

La izquierda no quiere a Thorne en el despacho de Junín porque le aterra un éxito “neoliberal” en los próximos años. Con el señalado economista se pueden tener discrepancias, pero es más que evidente que tiene las cosas absolutamente claras sobre qué hacer para despertar a la economía. Y retomar tasas altas de crecimiento y de la expansión de la inversión privada significaría reducir la pobreza como antes, así como la expansión y consolidación de las clases medias. Semejante escenario es aterrador para las posibilidades de la izquierda en el 2021. Si la economía falla en el próximo lustro las posibilidades de la izquierda se amplifican, más allá de que la presencia del fujimorismo en la oposición convierte a esta fuerza en una especie de “guardián del sistema”, mientras que el Apra, el movimiento morado de Julio Guzmán y el acciopopulismo de Alfredo Barnechea se reorganizan.

¿Por qué es tan importante la economía para la democracia y la libertad? Más allá de la impresionante reducción de pobreza, la buena situación fiscal del país y los pronósticos expectantes, si alguien quisiera explicar la estabilidad democrática del país que avanza hacia una quinta elección nacional, ¿en dónde encontraría la principal causa? ¿En la política? Es evidente que no. ¿En el espacio público e institucional? Tampoco. La única aproximación aceptable es el crecimiento que ha reducido pobreza, configurando una sociedad de mayoría de clase media. No parece haber otro enfoque viable. Y la izquierda apunta con absoluta claridad al principal logro republicano de nuestra historia, porque la ideología es más fuerte que la realidad.

Mientras la izquierda alienta la polarización fujimorismo versus antifujimorismo, mientras lanza besos volados al pepekausismo y se toma agradables instantáneas para el diario antifujimorista, apunta sin vacilaciones al único pilar que le otorga viabilidad a una administración de PPK: el modelo económico. De allí que se dispare contra el profesional más indicado (Thorne) para asumir el cargo.

El diálogo y las convergencias entre el pepekausismo y el fujimorismo se van a producir de todas maneras, con fotos o sin ellas, porque existe un mandato electoral que obliga a que las fuerzas promercado consoliden un modelo y eviten el asalto radical el 2021. Las desesperaciones de algunos e invocaciones de otros responden a que no se comprende el legítimo e irrenunciable derecho del fujimorismo a liderar la oposición, o a una estrategia bien definida que pretende vender la idea de que un eventual fracaso de PPK solo se explicaría por la falta de colaboración del movimiento naranja.

  • 21 de junio del 2016

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