¡Señor Presidente, reajuste, por favor!

El presidente de la República, Martín Vizcarra, debería reajustar sobre la marcha su Gabinete y proceder a retirar del Consejo de Ministros al ala ministerial anti inversión, que integran el titular de Trabajo, Christian Sánchez; la de Salud, Silvia Pessah; y la del Midis, Liliana La Rosa, entre otros. No solo se trata de que el equipo ministerial recupere coherencia económica, cuando los indicadores de la economía vuelven a moverse, sino que esa misma falta de coherencia ha significado tal cantidad de marchas y contramarchas políticas, que hoy las fuerzas antisistema se sienten empoderadas para convulsionar el sur del país y desatar un conflicto magisterial a nivel nacional.

En la precisa circunstancia en que los indicadores señalan un crecimiento de la economía del orden del 5% y 6% para abril y mayo, que se recupera la recaudación tributaria en el primer trimestre del año y que se restablece el optimismo de los actores económicos por las nuevas relaciones Ejecutivo - Legislativo, el Gobierno de Vizcarra no puede cometer la frivolidad de enzarzarse en una discusión sobre temas claves para la economía: si amplía la vigencia de la Ley de Promoción Agraria —exigida por diversos actores económicos—, si se colisiona con el Congreso por los octógonos prohibitivos para el etiquetado de los alimentos industriales —que promueve la izquierda latinoamericana— y si el Ejecutivo demuestra o no una clara vocación proinversión minera en las áreas de conflictividad social.

Y no puede entramparse en ese tipo de discusiones porque luego del desastre nadinista y pepekausa, que ralentizó el crecimiento económico hasta lograr el imposible de volver a aumentar pobreza y la anemia en la niñez peruana, el Perú necesita recuperar velocidad crucero en el crecimiento. Y semejante objetivo solo será posible si se relanza la inversión privada que —en los años de crecimiento de 6% en promedio anual— representaba el 80% de la inversión total del país. Relanzar la inversión privada con un Gabinete con un ala anti inversión, simplemente, es imposible.

Pero no solo se trata de recuperar coherencia económica, sino también política. Un Gabinete entrampado entre un ala proinversión y otro anti inversión siempre será la suma de marchas y contramarchas que hemos contemplado en estas semanas de gestión de la nueva administración Vizcarra: desde las tarifas de agua en Moquegua, pasando por la promesa de revisar las concesiones de peajes, hasta todas las versiones sobre la reforma del Impuesto a la Renta. Un Ejecutivo que duda, que muestra semejante imagen de incoherencia y debilidad, solo engorda las estrategias de los sectores antisistema, tal como lo estamos observando en las protestas del sur y la movilización del radicalismo magisterial que ya organiza una posible huelga nacional.

Señor Presidente, nunca un jefe de Estado en los últimos 18 años había gozado de tan buena voluntad en el Congreso, de una mayoría de fuerzapopularistas, de apristas, de acciopopulistas y de apepistas dispuestos a poner el hombro para que el cuarto gobierno elegido sin interrupciones luego de la caída del Fujimorato —más allá de la renuncia de Kuczynski— llegue a buen puerto el 2021. Y no solo existen posibilidades de llegar bien al Bicentenario, sino de recuperar todos los fundamentos políticos y económicos que fueron destruidos por el nadinismo y el pepekausismo.

Desde el lado de la izquierda solo se encontrará incoherencia económica, objetivos anticapitalistas y anti inversión, y también deslealtad política, tal como se expresa en las protestas del sur impulsadas por los aliados de la titular del Midis. Desde la amplia mayoría congresal que lo respalda, el Ejecutivo tiene la posibilidad de gestar una alianza política explícita o implícita en función de un paquete de reformas que conviertan a la administración Vizcarra en la administración que recuperó los fundamentos políticos y económicos que convirtieron a este momento, no obstante todos los problemas, en el mejor momento de nuestra historia republicana.