Editorial Política

Reflexiones sobre la desaceleración

Reflexiones sobre la desaceleración
  • 17 de julio del 2014

¿En qué medida el “frenazo” económico podría afectar la democracia?

Si bien las proyecciones para el segundo semestre nos indican que podemos superar el 4% de crecimiento del PBI el 2014, y si bien los pronósticos para la economía el 2015 y el 2016 todavía son alentadores, imaginemos que la grave desaceleración económica de los primeros meses de este año se vuelve crónica, imposible de remontar. ¿Cuáles serían las consecuencias para el país? ¿Qué efectos tendría sobre la institucionalidad democrática?

Desde este Portal creemos que los efectos negativos sobre la viabilidad del país tendrían una fuerza nuclear. El ritmo de crecimiento de 6% en promedio anual de la última década explica en cerca de un 80% la reducción de pobreza desde el 60% de la población a solo 23%, y el surgimiento de una poderosa clase media emergente que le ha cambiado el rostro al país. Sobre ese crecimiento se ha levantado el optimismo nacional que, no obstante el fracaso de los partidos y el descrédito de las instituciones, le ha permitido a nuestra sociedad mantener la democracia y avanzar hacia un cuarto proceso electoral sin interrupciones.

Sobre ese mismo crecimiento también las ideas estatistas y los diversos radicalismos fueron reduciendo su margen de maniobra en la sociedad. Sin embargo, luego de un cuarto de siglo de efectos virtuosos de la economía de mercado, de pronto, la desaceleración se vuelve endémica. Al margen de cualquier voluntad, las manecillas de nuestro reloj político dejarían de marcar el mañana y podrían dar la hora del pasado.

El espacio de la izquierda radical, de corte bolivariano, se ensancharía considerablemente. El discurso apuntaría contra la vulnerabilidad del “modelo primario exportador” que habría convertido a nuestra economía “en esclava de los precios de los minerales”. El estribillo se escucharía más o menos así: Ven, nosotros lo dijimos, había que diversificar y diversificar.

Con el conocido cinismo de la izquierda, la desaceleración no se explicaría por las terribles señales que emitió el gobierno contra los mercados durante los primeros dos años de administración, tampoco por las enormes inversiones paralizadas como Conga, Tía María y otras, ni menos por la tramitología y la burocracia que ahogan a los emprendimientos. Semejante discurso podría empatar con un sentimiento pesimista que se expandiría en la sociedad frente a la desaceleración. Es decir, volvería el horario de los estatismos y ya sabemos que el estatismo en América Latina solo es viable como parte de los proyectos autoritarios.

Si bien un escenario de ese tipo se vislumbra lejano, de ninguna manera se presenta imposible. Si un economista serio como Elmer Cuba, en un reciente artículo, reflexiona sobre la posibilidad de ensayar políticas keynesianas ante la parálisis de la inversión privada, ¿qué cosas nos plantearía la izquierda?

¿Alarmismo innecesario? De ninguna manera. Es hora de que la oposición entienda que la democracia peruana, de una u otra manera, está enlazada al éxito de la economía de mercado. Sin un crecimiento adecuado, el desprestigio de los partidos y las instituciones formarían una terrible fórmula que propiciará la aparición de todo tipo de aventureros anti- mercado.

El propio régimen nacionalista, después de jugar con fuego estatista durante los dos primeros años de gestión, ha entendido que sin crecimiento económico no tendrá margen de maniobra en las elecciones del 2016. De ese razonamiento parece provenir el reciente paquete que apunta a destrabar inversiones y, seguramente, también el segundo paquete ya anunciado para los próximos días.

No podemos caer en la frivolidad de calcular sobre qué hacemos frente a la desaceleración. La oposición y los principales líderes democráticos, tal como lo hicieron notablemente ante el fallo de La Haya, deberían arriar banderas y poner el hombro para que el Ejecutivo, el Congreso y los grupos políticos se cohesionen alrededor de políticas para relanzar el crecimiento. Es evidente que la izquierda radical siempre saboteará cualquier esfuerzo en ese sentido porque, como se dice, nadie como ella la tiene tan clarita en asuntos económicos.

  • 17 de julio del 2014

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