Editorial Política

Nubarrones políticos y económicos

Nubarrones políticos y económicos
  • 03 de septiembre del 2014

¿Por qué el Perú ha caído cuatro puestos en el índice de competitividad global?

Hasta hace un año se solía comentar que la endémica crisis política del país contrastaba con el buen desempeño económico, y como que encogíamos los hombres porque las cosas no estaban tan mal. Finalmente, la mala política se descomponía al lado de una economía que reducía la pobreza y la desigualdad de una manera sin precedentes en nuestra historia. No nos percatábamos de que una perpetua crisis política en democracia, tarde o temprano, terminaría fagocitándose los círculos virtuosos del crecimiento, Bueno, eso es lo que está pasando en el país.

No solo se trata de las últimas batallas libradas entre el Ejecutivo y el Legislativo para otorgar la investidura al Gabinete Jara, no solo se trata de la tacha a la candidatura de Luis Castañeda que representa a más de la mitad del electorado limeño, no solo se trata de la polarización que desata el oficialismo contra la oposición, sino que ahora la estrella económica de América Latina está luchando para superar el 4% de crecimiento en el 2014 y encima sigue resbalándose varios escalones en el índice global de competitividad.

En el último Reporte de Competitividad 2014-2015, publicado por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum), el Perú cae cuatro posiciones ubicándose en el puesto 65 del ranking.  Y si bien en la región latinoamericana el país se mantiene en sexto lugar entre la primera mitad de las economías, las razones de nuestro bajón nos indican con absoluta claridad el porqué la estrella de latinoamericana ha dejado de brillar.

Los pecados que nos restan competitividad, según el reporte, son la ineficiencia burocrática del gobierno, la corrupción, y las excluyentes regulaciones laborales. Más claro no se puede hablar. Si la inversión privada apenas crecerá 1% este año, no obstante que crecía sobre los dos dígitos, es porque la burocracia y las regulaciones y trámites han convertido a una de las economías más abiertas de América Latina en una de las más burocráticas.

Pero no solo se trata de eso. Como ya lo hemos sostenido en este Portal, el régimen humalista se ha caracterizado por la absoluta incoherencia económica. Mientras el ministro Luis Castilla y los titulares de la producción convocaban a la inversión privada, el sector de Ambiente levantaba todas las murallas habidas y por haber contra la inversión en recursos naturales. Al final la economía se desaceleró: US$ 24,000 millones paralizados en inversiones en minería, petróleo  y energía. Todos los caminos de las burocracias, pues, vienen del gobierno y de la cúpula palaciega, de lo contrario, ¿cómo un ministro o funcionario pudo haber bloqueado la política económica?

El asunto de la legislación laboral es un monumento la estulticia. El Perú tiene la legislación laboral más onerosa de todos los países que conforman la Alianza del Pacífico y quizá una de las más sindicalistas y socialistoides del planeta.  Los costos no laborales para contratar un trabajador son cordilleras que los empresarios emergentes no pueden remontar y el resultado es una verdadera barbarie económica y social: solo alrededor del 30% de la economía es formal mientras se condena al 74%  de los trabajadores a no tener seguros ni derechos sociales.

El reporte del Foro Económico Mundial y los pronósticos de crecimiento para el 2014 nos recuerdan que, en una democracia con economía de mercado, la mala política, más temprano que tarde, termina envenenando a la buena economía. Hasta hoy un sector de defensores del mercado creía que se podía continuar con el crecimiento desentendiéndose de los asuntos políticos e ideológicos. Gigantesco error. Eso es imposible en una sociedad abierta porque los enemigos de ella desarrollan todos los días batallas ideológicas.

Como las reformas económicas se  implementaron al margen de una reforma política y cultural, el empresario y la inversión  privada, motores y combustibles del crecimiento, continuaron siendo demonizados. El burócrata entonces creó todas las regulaciones posibles a su alcance para evitar que los emprendimientos prosperaran, y allí está el resultado: una de las sociedades más burocráticas de la región.

Es difícil pedirle a un gobierno que comienza a hacer maletas que desarrolle las reformas que no hizo al inicio de su gestión. Pero la sociedad y los ciudadanos deben sumar todas sus fuerzas para preservar la democracia, la alternancia política y la economía de mercado. La palabra mágica y realista parece ser preservar. Nada más.

  • 03 de septiembre del 2014

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